-La niña, la galera y la mariposa-
Por Jesús Pérez Uruñuela
La Niña.
EN UN PEQUEÑO poblado rural del estado de Coahuila, en un vetusto caserón con jardín de multicolores y aromáticas flores que circundaban una noria, habitaba una familia compuesta por el padre, la madre y su pequeña hija.
El señor de la casa, era un militar revolucionario, quien por andar la mayor parte del tiempo en los mitotes de la guerra, ocasionalmente estaba con los suyos. Su esposa, gran dama, descendiente de propietarios de grandes extensiones de terrenos de cultivo y numerosas cabezas de ganado, por razones desconocidas, su herencia patrimonial se redujo un día a la casa que habitaba y a un apellido extranjero famoso en la región.
La niña, llegó como el más afortunado y oportuno elemento de unión a la pareja, y aunque recibió de ellos atención y amor, desafortunadamente la criatura pasó su tierna infancia sin compañía de hermanos o amigos de su edad. Para entretenerse durante el día, improvisaba juegos basados en las historias de caballería que su padre narraba, en las que él mismo adoptaba el papel de actor principal. Ubicaba los acontecimientos en lugares fantásticos, donde convivía con magos, enanos y otros personajes maravillosos. Así, la pequeña, en sus viajes imaginativos acompañaba a Amadis de Gaula en su peregrinar por Escocia, Peña Pobre, Bohemia, Turquía y Grecia, o bien cabalgaba con Don Quijote por las campiñas castellanas.
Por la noche, la madre susurraba a la niña su cuento preferido para que en el sueño volviera a compartir con Cascanueces sus aventuras y disfrutara el triunfo sobre el rey de los ratones y al día siguiente, al abrir los ojos, escuchara la misma frase con que la señorita Silberhaus, heroína del relato, era despertada por su madre:
-"Pero ¿se puede ser tan perezosa como tu eres? A ver, a despabilarse y a vestirse de prisa, porque el desayuno nos aguarda..." Y luego la niña respondía:
-"¡Oh madrecita querida! ¡Pero a dónde me ha llevado esta pesada noche el caballero Drosselmayer y qué estupendas cosas me ha hecho ver!”
-¡Basta por hoy de cuentos! ¡Arriba, arriba! Empecemos este hermoso día con ánimo pues tenemos mucho que hacer en la galera. Dijo la madre apresurando a la niña, al tiempo que iniciaba el arreglo de la recámara.
La Galera.
TODOS LOS DÍAS la luz matinal cruzaba el gran patio de la casa familiar y penetraba por la puerta de la galera, hasta la profunda penumbra interior. Así se denominaba ese espacioso y antiguo almacén, desprovisto de ventanas, construido con altos y gruesos muros para darle la ambientación y temperatura requeridas a la adecuada conservación de semillas, granos y forraje que allí custodiaban.
El techo de la bodega, estaba soportado por gruesas vigas de madera, las que, además, sostenían todo el año los múltiples nidos de golondrinas que en el mes de marzo llegaban para anunciar e verano.
En los tiempos en que la agricultura era una actividad productiva en la región, la galera fue un relevante lugar, pero cuando la tierra ya no quiso dar buenas cosechas, la gente del pueblo debió dedicarse a otros trabajos, o bien ir a otros lugares a buscar el sustento y de ese modo, aquella bodega fue degradada para ser el sitio donde se consignó lo no utilizable, lo inservible.
Sin embargo, aquel amplio cuarto volvió a tener su anterior valor estimativo, cuando la niña decidió convertirlo en el espacio donde realizar sus solitarios juegos infantiles y poseer el añejo olor de su atmósfera, así como la magia, el misterio y el silencio que durante tantos lustros, estuvieron ahí guardados.
Dentro de la galera, para la niña, el tiempo no transcurría al preparar los platillos en su estufa de juguete que después servía en una diminuta vajilla a gnomos o duendes de vestimentas medievales y orejas alargadas que tenía como invitados a la mesita que estaba dentro de la pequeña casa que su padre le había fabricado con madera de nogal. ¡Y que decir de las prolongadas conversaciones que sostenía con princesas y hadas que llegaban deseosas de saborear las exquisitas aguas de frutas o las golosinas que siempre la acompañaban en sus juegos!
Pero pasado mucho tiempo, la galera fue destinada a ser un lugar para el trabajo. Por eso desalojaron de su interior los juguetes y dieron espacio a implementos para la labor agrícola, a una máquina de coser, a varias mesas y sillas, a herramientas de carpintería, así como a muchos otros instrumentos y materiales.
A partir de entonces ese sitio fue un lugar de labores productivas, en donde los juegos ya no estarían permitidos.
Aquella mañana de verano, la madre e hija estuvieron una vez más en la galera para participar en importantes trabajos familiares.
La Mariposa.
PARA APROVECHAR la frescura interior de la galera, madre e hija se sentaron frente a la puerta en pequeños bancos para preparar la lana que utilizarían en la confección de colchas con que cubrir las camas en las noches frías de invierno que irremediablemente llegarán meses después.
Ambas, hábilmente frotaban las cardas dejando limpias las sucias y apretujadas borlas de lana.
Mientras tanto, prendida al apolillado dintel de la puerta por delgados hilos de seda, una crisálida (ninfa) de una mariposa, con movimientos convulsivos, se esforzaba por romper el capullo (tegumento) para liberarse de él.
Semanas antes, la oruga llegó a su máximo crecimiento y después de haber dejado de comer y reptar por varios lugares del patio y de la casa, seleccionó la entrada a la galera como el lugar en donde habría de realizar la metamórfosis. En su recorrido, el gusano presentaba un aspecto negruzco, alargado y cilindroide, lleno de crestas, parecidas a cuernos muy irregularmente distribuidos en sus partes posterior y anterior del cuerpo.
Una vez instalada en el dintel de la puerta, la oruga empezó a hincharse y contraerse con ímpetu, y logró así que se le desprendiera su última piel larval, la cual, al irse paulatinamente secando, se convirtió en un tieso capullo, en cuyo interior, la ninfa obtuvo en sus costados dos juegos de alas triangulares semejantes entre sí; membranosas y cubiertas de finísimas escamas, vivamente coloreadas. En su cabeza, sus ojos se conformaron hemisféricamente.
De esta manera, el insecto llegó a su completo desarrollo y el siguiente paso sería salir de la prisión, que en días anteriores fue su protectora morada.
Para alcanzar la libertad, volvió a mover bruscamente el cuerpo y golpeó con sus alas el botón de seda para desgarrarlo a fin de producir una fisura parcial, la que poco a poco se agrandó, hasta lograr su ruptura total.
Ya abierto el capullo, la mariposa se lanzó al vacío e inició un revoloteo que al principio fue de torpes giros, los cuales se transformaron en un gracioso y llamativo ballet aéreo por los virajes de sus alas manchadas simétricamente de gris, negro, amarillo, rojo y azul, en las que fulguraban como lentejuelas sus pequeñas escamas atravesadas por los rayos de luz que entraban a la galera.
Una mariposa en plenitud, presuntuosa, circundaba con galanura las cabezas de las testigos, que embelesadas la observaban. Después, salió al patio para perderse entre el feraz colorido del jardín.
-¿Vio usted madre. . .? ¡Qué linda mariposa! - expresó con admiración la niña, al tiempo que dejaba caer las cardas para ponerse de pie e ir donde el antiguo refugio de la crisálida, ahora quebrado y vacío.
-Lo vi - respondió secamente la madre, y volvió su mirada hacia la niña.
-¡Salió de esa cáscara. . .! ¿Verdad? - comentó la pequeña con asombro.
-Así fue hija, nos parece increíble que un ser tan hermoso haya salido de tan modesto lugar.
-¿Pero se dio cuenta de lo que pasó? ¡Ella sola quebró eso!
La madre dejó cuidadosamente las cardas en el suelo, y al tiempo que la acercaba con sus manos hacia ella, le habló con suavidad:
-Ven acércate. Cuando viste volar a la mariposa, dijiste: qué linda. Opinaste por la forma como flotaba en el aire, pero debes saber que, para que eso fuese posible, antes tuvo que pasar por muchos trabajos y sacrificios. Digamos que a manera de premio, Dios le otorgó el poder, la facultad de volar y con ello ofrecernos a ti, a mí y a todos los hombres un espectáculo de hermosura y vida. Te explicaré en qué consiste esto que te estoy diciendo:
-La mariposa es belleza, porque nos cautiva con sus colores, con la perfección de sus formas y con la gracia de sus movimientos. Es vida porque en su existencia se dedica a llevar el polen de una flor a otra para que haya nuevas flores y por siempre su aroma y lindeza se extiendan en el mundo y sea este un vergel. Además, ayuda a que los árboles sigan dando variadas y sabrosas frutas con qué alimentarnos. Sin embargo, recuerda que antes de ser una bella mariposa, fue un feo gusano que se arrastraba por el suelo, pero que un día dejó de ser pequeño para transformarse en grande, para lo cual debió de recorrer un camino largo y cansado.
En voz alta, la niña comentó: -"Entonces a la mariposa no le resultó fácil llegar a volar".
-¡Ajá!. A los seres humanos tampoco nos es sencillo llegar a la madurez, por lo que desde nuestra más tierna infancia debemos prepararnos y aprender mucho que nos fortalezca para poder valernos por nosotros al tiempo que vayamos creciendo. Ahora que estás conmigo, te proveo de todo lo que necesitas y si tienes alguna dificultad, te ayudo a resolverla. Cuando seas mayor, deberás depender principalmente de tu propia capacidad para encausar tu vida, como lo hace la mariposa. Además, deberás ser independiente y autosuficiente, pues de lo contrario, siempre actuarás como el insignificante gusanillo. . .
Calladamente la infanta, con la vista fija en su madre, la escuchaba.
-Te contaré algo más – agregó la señora. Sucedió que, cuando era yo una chiquilla como tú, vi un capullo del cual trataba de salir una mariposa. Conmovida, decidí ayudarla y lo tomé de donde esta fijo. Suavemente lo rompí. Observé con alegría que poco a poco aparecía el animalito. Ya afuera, se posó sobre mi mano. Movía lentamente las alas, lo cual, interpreté como una manifestación de agradecimiento. Para completar mi supuesta buena obra, al tiempo que la arrojaba hacia arriba, le dije: -“¡eres libre. . . vuela!”; pero ¡oh decepción. . .! Contrario a lo que esperaba, en lugar de elevarse, cayó al suelo. Horrorizada, contemplé a la mariposa agitar en vano sus alas para lograr únicamente revolcarse hasta quedar reducida a una masa informe de suciedad
- Entonces, ¿si no la hubieras ayudado. . .? - cuestionó la niña.
- . . . por sí sola hubiera volado. - prosiguió la madre. Y agregó:
-Recuerda que, para que la oruga pueda crecer en el interior del capullo y luego liberarse y volar, es indispensable que se fortalezca dentro de él al realizar grandes esfuerzos, pues solamente así puede llegar a ser una mariposa de potentes alas. Evitarle esos afanes ó ayudarla en forma indebida, como yo lo hice, se le condena a ser nada. De esta manera, no podrá hacer que se reproduzcan las bellas y aromáticas flores que agradan nuestra vista y olfato, ni tampoco que haya exquisitas frutas en los árboles que den gusto a nuestro paladar.
La niña, se apartó de su madre y fue al umbral de la puerta para mirar el jardín. En seguida, en forma efusiva, al tiempo que agitaba sus manos, como si fuese a volar, canturreaba:
-¡Yo seré una mariposa con alas grandes, fuertes y hermosas. . .!
-¡Lo serás, puedo asegurártelo! - respondió convencida su madre.
-Tu me has enseñado a bañarme sola, a ayudarte en los quehaceres de la casa, a bordar, a cardar la lana, a cuidar y darle de comer a las gallinas. . .
-Pero más que eso debes saber - continuó la madre. Tendrás luego que estudiar y aprender otras cosas más importantes para que puedas enfrentar los tiempos que te tocarán vivir.
-¡Yo seré una linda mariposa! ¡Yo lo seré! - Expresaba la niña; y al girar alrededor de su madre, agitaba sus manos en frenética danza, en tanto la galera se llenaba de la fragancia de las flores del jardín.
Los tiempos que siguieron, efectivamente no fueron buenos, por la difícil situación económica del país, la que tuvo que enfrentar la familia. La niña, además de continuar con los estudios, también colaboró en los trabajos que sus padres realizaban en la galera, ahora propiamente convertida en el capullo donde la pequeñita habría de consolidar su personalidad.
O O O
Pasaron los años y un día domingo de verano, en el momento en que las golondrinas llegaban a los nidos de la galera, la niña, convertida en una hermosa mujer, salió vestida de novia de su casa para casarse.
Antes de que ello sucediese, la jovencita mucho aprendió y ayudó a sus padres. El empeño y sentido de responsabilidad demostrados, fortalecieron su carácter y su espíritu. Como aquella mariposa que la impresionó cuando era niña, el día de su boda, poseía potentes alas para volar a las alturas que desease.
Decía la gente del pueblo, que aquella novia que salió de la galera, era más bella que la más hermosa mariposa del jardín. También afirmaban que a su paso - cuando iba rumbo a la iglesia- impregnaba el ambiente con aromas de azahares, y que su traje nupcial parecía tener blancas alas, en las cuales las lentejuelas fulguraban con los rayos del sol.
La niña también tuvo una metamorfosis que la hizo autosuficiente, fuerte y capaz para lograr que su existencia fuese el centro de una bella familia, en la cual daría vida y felicidad a muchos hijos, nietos y bisnietos y también a mí, porque ella… ¡fue mi madre!
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