Por Jesús Pérez Uruñuela
UNA TONADILLA de cuna se escuchó en el tranquilo y amodorrado anochecer dominical de aquel pueblo norteño.
Luego, la noche del oscuro manto dijo a quien en el patio de la casa mecía entre sus brazos a su pequeña hijita:
-¿Puedo unir al arrullo de tus versos el silencioso tintineo de mis estrellas. . .?
El amoroso padre movió la cabeza en señal afirmativa sin interrumpir su melodiosa canción de cuna:
“Duérmase mi reina,
y duérmase ya,
si no, viene el “coco”
y la asustará. . .
- Vaya viejo – dijo la madre- se ve que tienes bien mimada a nuestra hija. . .! La trajiste cargada desde la plaza a sabiendas que estaba despierta. ¿Piensas que no me fijé que la muy mañosa poco a poquito se fue acurrucando entre tus piernas, cuando estábamos por regresar a casa?
-¡Ay viejita! - replicó el padre. ¿Qué quieres que hiciera, si esta guerquilla se sentía tan cansada que no podía caminar. . .!
-¡No podía caminar. . .! –Nuevamente refunfuñó la mamá y agregó: -Pero bien que anduvo como “desatada juegue y juegue” alrededor del kiosko con los lepes del vecindario, mientras escuchábamos la serenata. Y seguramente también viste cuánto corrió y persiguió las luciérnagas cuando empezó a caer la tarde. En verdad que contigo, la escuincla se chifla en grande. Conmigo, sí anda derechita. . .
Hubo un silencio; luego, el adormecedor susurro continuó:
- “Señora Santaana,
por qué llora la niña?
Por una manzana
que se le ha perdido. . .
-Hasta le cantas y la balanceas en la mecedora para arrullarla como si fuese una bebé. –Una vez más comentó la madre y con fingido enojo comentó: -¡Ve su cara: tiene los ojos cerrados. . . quiere hacernos creer que duerme, pero ya no aguanta la risa. . .! ¡Mírala, mírala! ¡Ahora se está riendo! ¡Muchacha chivata, bien sabes con quién chiquiarte!
“Iremos a la huerta
y cortaremos dos:
una ‘pa mijita’,
y otra p’al niño Dios”
Al percatarse la noche que el canto y los mimos continuaban, y que la niña dormía profundamente, permitió que las estrellas, convertidas en luciérnagas -en el sueño de la pequeñita- bajaran a jugar con ella, como lo hicieron esa misma tarde de domingo.
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