Por Jesús Pérez Uruñuela
¡Silencio...!
más allá del susurro, eres:
úvula, campanilla petrificada
vocablo de voz callada,
prolongada reticencia,
inanimado verbo,
discurso afónico...
imperceptible elocuencia,
mudas inconformidades y
reclamos marchitos…
Rebeldía reprimida.
¡Clamo, vocifero, protesto...
...misiva no oída!
¡Insolente silencio...!
importuno huésped
o perturbador convidado.
Irrupción de mudos conciertos
¡Contristado silencio...!
aislante capelo
¿Aún la hambruna produce agónicos lamentos?
¿Cuántos decibeles alcanzan los reclamos de justicia de mi vejada
América?
¿De la Tierra del Fuego al Río Bravo, aún se escucha la injuriosa verborrea política y la promesa quimérica?
Insondable blindaje
¡Macabra sinfonìa de obuses al estallar entre mujeres y niños “terroristas”...!
¡Loas triunfalistas al imperial globalizante avasallaje!
¿Llora o ríe la muerte?
Invisible muralla
¿Qué melodía entona el viento?
¿Por qué mudez a los rumores que antes retumbaban
en los diáfanos lindes de mi cláustro?
¡Taciturno silencio...!
¡Feroz hermetismo...!
Tregua incierta en el perecedero existir del alma encapsulada,
en la atosigada cavidad craneana
que es enloquecedora resonancia interna de atropellada turba de
cautivos ideales sin salida;
abrumador estrépito del ardiente torrente sanguíneo,
ensordecedoras inhalaciones en las profundas grutas pulmonares.
¡Insolente, contristado y taciturno silencio!
¿Quién autorizó que fueras...
envoltorio,
mortaja en vida,
discreto custodio de secretos,
circunspecto mutismo,
simbiótico cómplice de fracasos,
sanativo de descalabros sentimentales,
antídoto a la irracionalidad,
sereno entorno de meditación,
codelincuente de proscritas fantasías,
confesionario de impronunciables culpas,
pausa en el pentagrama de la vida,
tegumento de convulsa metamorfosis...?
¡Silencio¡
¿Quién determinó que fueras lo que eres?
¡Fui yo!
¡Lo confieso...!
¡Sí...! ¡Yo fui
pero... ¡YA BASTA!
¡Ahora, déjame oir y que mi voz se escuche!
¡Silencio...!
más allá del susurro, eres:
úvula, campanilla petrificada
vocablo de voz callada,
prolongada reticencia,
inanimado verbo,
discurso afónico...
imperceptible elocuencia,
mudas inconformidades y
reclamos marchitos…
Rebeldía reprimida.
¡Clamo, vocifero, protesto...
...misiva no oída!
¡Insolente silencio...!
importuno huésped
o perturbador convidado.
Irrupción de mudos conciertos
¡Contristado silencio...!
aislante capelo
¿Aún la hambruna produce agónicos lamentos?
¿Cuántos decibeles alcanzan los reclamos de justicia de mi vejada
América?
¿De la Tierra del Fuego al Río Bravo, aún se escucha la injuriosa verborrea política y la promesa quimérica?
Insondable blindaje
¡Macabra sinfonìa de obuses al estallar entre mujeres y niños “terroristas”...!
¡Loas triunfalistas al imperial globalizante avasallaje!
¿Llora o ríe la muerte?
Invisible muralla
¿Qué melodía entona el viento?
¿Por qué mudez a los rumores que antes retumbaban
en los diáfanos lindes de mi cláustro?
¡Taciturno silencio...!
¡Feroz hermetismo...!
Tregua incierta en el perecedero existir del alma encapsulada,
en la atosigada cavidad craneana
que es enloquecedora resonancia interna de atropellada turba de
cautivos ideales sin salida;
abrumador estrépito del ardiente torrente sanguíneo,
ensordecedoras inhalaciones en las profundas grutas pulmonares.
¡Insolente, contristado y taciturno silencio!
¿Quién autorizó que fueras...
envoltorio,
mortaja en vida,
discreto custodio de secretos,
circunspecto mutismo,
simbiótico cómplice de fracasos,
sanativo de descalabros sentimentales,
antídoto a la irracionalidad,
sereno entorno de meditación,
codelincuente de proscritas fantasías,
confesionario de impronunciables culpas,
pausa en el pentagrama de la vida,
tegumento de convulsa metamorfosis...?
¡Silencio¡
¿Quién determinó que fueras lo que eres?
¡Fui yo!
¡Lo confieso...!
¡Sí...! ¡Yo fui
pero... ¡YA BASTA!
¡Ahora, déjame oir y que mi voz se escuche!
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