martes, 30 de septiembre de 2008

The Manglar’s Resort.


Cuento de Jesús Pérez Uruñuela
La canoa (tronco ahuecado de un árbol) se deslizaba con suavidad por el laberinto de canales costeros al Mar Caribe. Con tenacidad remaban la mujer indígena y su hijo de diez años, en tanto su pequeña niña -acurrucada sobre el vientre materno- dormía profundamente.
El ruido del suave y sincronizado bogar en el agua, era opacado por la algarabía de las aves, así como por los desaforados gritos y aullidos del chango saraguato, el cual -de esa manera- advertía su enojo a otros monos extraños que pretendían irrumpir su privado aislamiento con los machos, hembras y críos (a él subordinados) que saltaban de rama en rama en búsqueda de dulces frutos y de tiernas hojas de fácil digestión.
La mujer navegaba con sus hijos y al avanzar, cada vez agrandaba el espacio que habría de separarla de aquellos parajes tan impregnados de la presencia etérea de sus antiquísimos ascendientes, quienes en un ya difuso pasado, acechaban con anzuelos y abolsadas redes de mano los peces de aquellas tranquilas aguas. O bien fijaban redes en postes encallados en el fondo de la laguna, para que en el distraído volar de los patos y otras aves, quedasen atrapados en ellas.
Al trasladarse el rústico “cayuco”, dejaba tras de si, surcos acuáticos: efímeras huellas que de inmediato desaparecían. De igual forma, la abrumadora modernidad, al paso del implacable tiempo, borra en el intelecto humano las profundas holladuras históricas y culturales heredadas al mundo actual por los pueblos indígenas de la antigüedad.
También, quedaba tras la canoa, el recuerdo de una difícil supervivencia en un marco de belleza y prodigalidad casi mágica, que paulatinamente se alteraba por las descargas de desechos químicos en el área lacustre, procedentes de los complejos industriales cercanos.
No obstante, pese al constante e irracional efecto contaminador, el mar y la laguna persistían en coexistir en su permanente simbiosis biológica: el primero (con mareas) seguía aportando la sal y otras substancias requeridas por los manglares; mientras que la segunda -en generosa correspondencia- regresaba ricas materias orgánicas, de las cuales habrían de nutrirse los microorganismos, base de la cadena alimenticia de la vida marina.
Meses atrás, el indio jefe de familia, falleció y la mujer hubo de requerir al agua y a los manglares el sustento diario, cada vez más escaso: peces, aves y pequeños mamíferos
Un día, llegaron a su jacal, unas personas para informarle y exigirle abandonar la laguna y los manglares, porque ahí, “el gobierno e importantes grupos financieros del exterior realizarían un proyecto de obras que generarían múltiples empleos e ingresos para beneficio de los habitantes de la región, hasta entonces, marginados del desarrollo económico”.
De todo lo que escuchó aquella indígena, únicamente entendió que recibiría “mucho dinero” y que también les darían a ella y a su hijo varón un trabajo para que nunca más padecieran hambre.
Caía la tarde, cuando los tres “canoeros” llegaron a donde el agua alcanzaba tan bajo nivel que la rudimentaria embarcación encalló. La abandonaron y con los descalzos pies hundidos en el fango avanzaron hasta donde había elevadas palmeras que se mecían con el viento junto a numerosas dunas de arena, tras las cuales, se escuchaba el constante retumbo de las olas del inmenso mar.
Al traspasar los montículos arenosos, una parvada de pelícanos salieron de la zona de pantanos rumbo a las azules aguas coralinas, los que después de planear por las alturas se lanzaron en picada sobre cardúmenes de sardinas y anchovetas que en la superficie marina se aglutinaban y agitaban el agua como si hirviese. Luego, con las bolsas membranosas de sus picos cargadas de pescados, volaron de regreso para alimentar a sus polluelos que hambrientos los esperaban en los enramados nidos ocultos en los tupidos follajes de los manglares.
La madre, hijo e hija, contemplaron con asombro un cabo de escarpadas rocas, que se introducía en el mar hasta donde rompían las altas olas, las cuales, al chocar contra esa escollera natural, proyectaban por los aires abundantes chorros y cortinas de agua espumosa.
Con actitud indagadora, la mujer volteó en una dirección de la playa. Hacia allá, se extendía como un alargado tapete de diminutos tozos de piedra caliza y conchas y vio que en la distancia, su blanca continuidad era truncada por las turbias aguas descargadas en el mar por un caudaloso río.
No le complació lo observado, por lo que luego, con sus dos hijos, caminó por el lado opuesto de la costa hasta un sitio en donde había una serie de enormes máquinas y a un costado de ellas, varias carpas de lona, tiendas de campaña para las personas que operarían los armatostes de acero.
Al llegar al campamento, la indígena presentó un papel arrugado al primer hombre que tuvo enfrente. Este, señaló hacia donde se reunía un grupo de individuos alrededor de una mesa cubierta con planos y otros documentos y le dijo: -¡Ve allá...!
La india obedeció y en silencio esperó. Pasado un rato, el jefe de ingenieros, ordenó en voz baja a quien más cerca estaba de él: -¡Lleva a esa mujer con sus niños al pueblo; le das quinientos pesos y te deshaces de ellos como lo hemos hecho en otros casos...!
-¿No habíamos quedado de darle dos mil...? –interpeló el subalterno.
-Mira, para esos indios mugrosos, lo mismo es una cantidad que otra... –respondió el ingeniero jefe de las obras. Luego con actitud molesta le mandó: -¡Anda, anda, ya quítalos de mi vista que me distraen de lo mucho que tengo que hacer...!
Cuando el empleado se dirigía con los indígenas rumbo a la camioneta en la que irían al pueblo, la mujer expuso atropelladas preguntas:
-¡Oye tu...! ¿Cuándo trabajamos yo y mi chilpallate...? Donde vamos, ¿hay comida...? Hace dos días no tragamos... ¡Dame dinero...!
El mortificado acompañante expuso con amabilidad: -Ahorita que lleguemos al pueblo, les daré quinien... ¡mil pesos! y te explicaré cómo debes gastar y cuidar ese dinerito. También los llevaré a una “fondita” donde podrán comer... Tal vez ahí te den trabajo, mientras se terminan las obras...
Al salir la camioneta del campamento, pasó cerca de una lámina, la cual tenía escrito:
THE MANGLAR’S RESORT.
“FIDEICOMISO PARA EL DESARROLLO SOCIAL Y ECONÓMICO DE MÉXICO”
En tanto, el ingeniero, jefe de las obras, continuaba explicando a su personal la naturaleza del proyecto que habría de realizarse:
-Con la draga –decía- abriremos los arenales para ampliar la bocana del río y daremos mayor profundidad a la laguna para crear la zona de muelles y puerto de abrigo para los yates... Aquellas áreas de manglares las eliminaremos para ahí construir el hotel... El campo de golf, hoteles y casinos, estarán en...

Concierto de Tchaikovski para violín a una mano.


Cuento de Jesús Pérez Uruñuela
23 de julio de 2008 . Diairio de Morelos
El famoso violinista húngaro Anton Fischer, se presentaría el siguiente sábado en el Palacio de las bellas Artes de la ciudad de México. Desde su niñez, renombrados maestros lo llevaron a alcanzar sublimes niveles interpretativos y a los dieciocho años, en la ciudad de San Petersburgo, obtuvo el premio “Piotr Ilyitch Tchaikovsky” por una magistral e impecable interpretçción del Concierto para violín en re mayor, Op.35 de dicho autor.
A partir de entonces, fue para él un exitoso peregrinar por las principales capitales del mundo, interpretando obras para violín de los más famosos compositores. Una tarde, conoció en Paris a Marie Fricsay: mujer franco-húngara, de quien quedó prendado por su belleza e inteligencia; esa misma tarde, contrajo matrimonio con ella y de la unión nació un hermoso hijo.Durante más de cinco años, Antón impresionó y conmovió a los asistentes a sus conciertos; pero, de pronto, sus presentaciones fueron irregulares y después desapareció del mundo musical. ¿Qué había sucedido? Nadie lo supo.Después de su arribo al Distrito Federal, durante una semana Anton participó en agotadores ensayos, en los cuales, tanto él como el director de la Orquesta Sinfónica de la ciudad de México manifestaban inconformidad por estimar que, pese a que se efectuaban interpretaciones orquestales de gran emotividad y precisión musical, el violín del solista carecía de vitalidad y sentimiento. Y si el futuro concierto tuviere esas características, auguraban un rotundo fracaso.El viernes por la tarde (víspera del concierto), Antón caminó por el “primer cuadro” de la ciudad, absorto en lejanos pensamientos: Acudieron a su mente las delicias de su vida matrimonial y el nacimiento de su hijo. Al escuchar un lejano y familiar murmullo musical, detuvo su caminar frente a la entrada de un viejo edificio, cuya enorme y gruesa puerta manifestaba los ancestrales y nobles vestigios del esplendor colonial citadino. Irreflexivamente la atravesó, llegando a un patio en donde un par de mujeres charlaban. De inmediato identificó la música escuchada: ¡Era el Concierto para violín en re mayor, Op. 35 de Tchaikovsky, el que habría de ejecutar en “Bellas Artes” al siguiente día! La interpretación era magistral, precisa, irradiando enérgico coraje y sensual excitación espiritual. El violín era su “Stradivarius” y él quien lo instrumentaba.Sin poder contenerse, inició el ascenso por una escalera de desgastados peldaños, en tanto –como imprevista avalancha- cayeron sobre él angustiantes recuerdos:(En aquel lejano pasado, supo que su esposa e hijo presentaban síntomas de una extraña enfermedad... Con la mayor discreción dedicó su tiempo a atenderlos médicamente, requiriendo suspender presentaciones e inclusive enfrentarse a demandas judiciales por incumplimiento. Con el fallecimiento de sus dos seres amados, su mundo se desplomó y pensó que la música proveniente de su violín carecía de sentido, que eran inanimados sonidos provocados por una persona muerta en vida. -¡No existe un ser sobre la Tierra que sienta emoción al escuchar mi violín, porque yo tampoco lo siento! –se reprochaba con amargura.)Al concluir el ascenso a la escalera, Antón percibió con mayor intensidad las armonías ternarias del apasionado concierto de Tchaikovsky, deteniéndose frente a la entrada de un departamento amueblado modestamente, en cuyo interior frente a un aparato radio-grabadora estaba un niño casi adolescente, en una silla de ruedas. La posición contorsionada de su cuerpo y la expresión del rostro correspondía a un minusválido.En ese momento, una de las dos mujeres que charlaban abajo en el patio se acercó a él interrogándolo: -¿Qué se le ofrece…? soy la señora de esta casa.Sorprendido, Antón, contestó: -Disculpe que haya subido hasta acá sin su permiso, pero me llamó la atención el concierto que se escucha... y veo que el niño está “enfermito” –comentó con timidez-Mi hijito tiene una enfermedad que ningún médico puede curar... -respondió secamente la señora.-Eso mismo le pasó a mi esposa y a un hijo que tuvimos... y solicitó: -¿Me permite entrar a su casa?-Como no, pase usted – accedió la madre.-A su hijo le agrada Tchaikovsky...-Más que ningún otro... y en especial ese concierto, porque admira mucho al que “lo toca”… Luego la madre agregó a sus comentarios:-Antes mi hijo estudiaba violín. Cuando ya le salían bien algunas “piecesitas”, soñaba con tocar en Bellas Artes como el concertista del casete. Al aproximarse Antón al niño de la silla de ruedas, éste comenzó a agitar su cuerpo y a desorbitar sus ojos. Su boca, grotescamente se movió y de ella sólo salieron gemidos. ¡Había reconocido a Antón, porque su fotografía aparecía impresa en el casete…!En ese momento, las bocinas de la radio-grabadora despidieron las desbocadas armonías de la parte final del “Allegro moderato” del concierto, y el niño, con la vista fija en Antón suspendió sus convulsiones corporales y permaneció quieto. Luego, alzó su mano izquierda (la única movible) y poco a poco, los dedos de su mano accionaron de una forma incomprensible para su madre, pero no para Antón, quien lentamente se hincó frente a la silla de ruedas sin dejar de mirar aquellos alargados dedos que danzaban pegados a la contrahecha mano.-¡Muchacho! –Expresó emocionado Antón- ¡Tocas magistralmente el violín! Al unísono del “Allegro”, los deformes dedos de la mano izquierda del minusválido simulaban deslizarse por el mástil del imaginario instrumento, a la vez que entrecerraba los ojos en manifiesta enajenación interpretativa. Al escucharse los últimos arpegios del violín, Antón aplaudió y lanzó eufóricas felicitaciones: ¡Bravo, bravo, bravísimo! -y el jovencito respondió con guturales roncas voces y grotescas sonrisas.La madre con desconcierto dijo: -Señor, no se qué ha pasado, pero veo feliz como nunca a mi hijo y en eso, usted ha tenido mucho que ver.-Por el contrario, no tiene idea lo que su hijo ha hecho por mí –comentó. -Además, quiero que sepa – dijo con los ojos llenos de lágrimas- conozco muy bien a la persona que grabó el casete que escuchamos; él es un amigo con quien acabo de reconciliarme y hoy le pediré dos boletos para que ustedes vayan a escuchar su concierto en Bellas Artes, el cual, estoy seguro será el más maravilloso que haya interpretado.El sábado por la noche, al concluir el concierto, Antón Fischer fue reclamado a salir repetidas ocasiones al escenario por los ensordecedores ¡bravo! y continuos aplausos de un entregado público. Y en un palco estaba la madre y el niño minusválido quien balseaba su mano izquierda en señal de agradecimiento al público, por su imaginaria interpretación en Bellas Artes del concierto para violín de Tchaikovski.

¿POLÍTICOS EN MÉXICO? … EN CLARÍSIMO FUERA DE LUGAR



Por Jesús Pérez Uruñuela.
Procedente de Palenque, la avioneta se desplazaba sobre la cerrada selva lacandona rumbo a Bonampak. En ella viajaba Ali El-Hadi, Visir del sultanato de Omán, pequeño país (rico en petróleo ubicado en el extremo oriental de la península de Arabia) y su hijo Hasán, de apenas once años cumplidos.También lo acompañaban otro personaje árabe y un Subsecretario del gobierno mexicano, quien externaba dóctas explicaciones históricas y arqueológicas de la cultura Maya a los distinguidos visitantes. La nave aterrizó y sus ocupantes descendieron para unirse a un grupo de guardianes que los esperaban.
Luego, la comitiva ascendió por una colina “terraceada” hasta llegar a donde estaba el “Templo de las Pinturas”. Y una vez más se escuchó la perfecta pronunciación inglesa del Subsecretario:
-Esto que se llama el “Templo de las Pinturas”, está integrado por tres habitaciones independientes, en cuyo interior se observan célebres murales en los cuales se narra las exitosas campañas guerreras de dos gobernantes de Bonampak y uno de Yaxchilán, que concluyeron con la captura de jefes enemigos; en ese otro mural se expone la ceremonia de presentación del heredero al trono por la familia en el poder. Observen cómo cuidaban los antiguos pobladores de esta región los detalles, porque todos los dignatarios ahí presentes lucen sus mejores galas...
Y recorrieron las demás cámaras del “Templo de las pinturas” con escenas de gran colorido, que reseñan cruentas batallas, en las que se sacrificaba impíamente a prisioneros y otras con músicos y danzantes que alegraban las fiestas de los nobles.
Al descender de la colina, el Visir preguntó a su conciudadano acompañante: -¿Dónde está mi hijo Hasán? El descontrolado ayudante nada contestó, porque en los últimos instantes había estado inmerso en las amplias y doctas explicaciones. -¡Dónde está mi hijo...? -volvió a preguntar con manifiesta preocupación y enojo Ali El-Hadi
Un silencio sepulcral fue la respuesta. Sin embargo, un lugareño que permanecía sentado en una roca por donde el desconcertado grupo pasaba, comentó con serena voz:
-Si preguntan por un niño vestido en forma extraña como esos señores (y señaló al Visir y a su acompañante) se fue por aquel rumbo...
Con rapidez los guardianes acosaron con preguntas al despreocupado lugareño: -¿Lo llevaban a la fuerza? ¿Eran guerrilleros del EZL? ¿Iban encapuchados y armados…?
-¡Sepa! –repondía el inmutable individuo.
-¡Olvidémonos de este pobre individuo - comentó el Subsecretario y agregó: -¡Debemos actuar con prontitud, porque de pasarle algo al hijo del Visir tendríamos un magno problema que echaría por tierra los acuerdos comerciales y financieros de inversión en nuestra industria petroquímica, y hasta podrían los países árabes declararnos la guerra!
En tanto, que el jefe de seguridad solicitaba un helicóptero con “comandos” expertos en el rescate de personas raptadas para “peinar” la zona, el Subsecretario explicaba al Visir:
-Los indios de esta región, son personas raras, y creo que hasta sin sentimientos humanos, privados de materia gris en el cerebro.. ¡No hay forma de entenderse con ellos, porque aún cuando ya conocen el español, al hablarles, nada nos responden. Usted, señor Visir, en persona comprobará lo que le digo.
A la llegada del transporte aéreo con el selecto grupo de soldados (con uniformes camuflajeados), el operativo de búsqueda dio inició. Se formó una columna humana, que atravesó la tupida maleza y llegó a un grupo de jacales construidos con varas y techos de palma, donde sus habitantes sobrevivían con avanzados síntomas de desnutrición y serias deformaciones genéticas.
A una orden del comandante, la soldadesca invadió el poblado.
-¡Órale, bola de secuestradores…! ¿En dónde tienen prisionero al pequeño niño musulmán? Preguntó con insistente y brusca autoridad el comandante militar a los indígenas, amagandolos con sendas armas automáticas de alto calibre
El Subsecretario también intervino en la arenga:
-Les exijo que nos digan dónde está el niño extranjero porque de no hacerlo pondrán en peligro el futuro desarrollo económico del país y nuestras insuperables relaciones internacionales!
En virtud de la nula respuesta, Ali El-Hadi, con el rostro compungido y con palabras, entrecortadas por el pesar, les habló en árabe:
-El niño que buscamos es mi hijo único… Es todo en mi vida. Les daré lo que ustedes me pidan si me entregan a mi pequeño Hasán! Obviamente los indígenas no entendieron sus palabras, pero el sentimental mensaje que ellas llevaban sí fue captado por una mujer, la que se acercó al acongojado padre y le dijo en su lengua lacandona:
-Ese niño es tu hijo… ¿verdad? Yo te llevaré a él. –e intentó tomarlo de la mano para guiarlo.
En un supuesto intento de proteger al Visir, los comandos se avalanzaron sobre la india chiapaneca, pero Ali El-Hadi los detuvo con una señal, al tiempo que con emoción volvió a hablar en árabe a la indígena: -Tu sabes dónde está mi hijo... ¡Alá te bendiga! Y se dejó llevar por ella.
Mientras caminaban por una vereda, los comandos y el Subsecretario, no habían captado la fácil e inmediata comunicación que existió entre dos seres de tan diferentes culturas e idiomas, con el sólo hecho de establecer una sincera relación humana.
De repente, la indígena se detuvo y señaló hacia el otro lado de la pequeña colina que trepaban, en donde se escuchaban voces de acalorada discusión, así como el ruido del motor de un helicóptero que volaba en círculos.
Al llegar a la cumbre del cerro, el Visir se percató de la existencia de un espacio deforestado y aplanado, en cuyo centro un grupo de niños se aglutinaban en torno de su hijo .
Ali El-Hadi bajó el montículo aproximándose a los niños que permanecían indiferentes a su presencia, a la vez que discutían con encono entre ellos.
El Subsecretario advertió: -¡Tenga cuidado! y ordenó a los soldados: -¡Protéjanlo!.
Al estar cerca de la muchachada, el pertinaz padre, con exagerada expresión de sorpresa, comenzó a reir; luego, carcajeó con estridencia y al arquear su cuerpo -por tanta hilaridad- con una mano se presionaba el vientre y con la otra golpeteaba sus muslos y caderas.
Mientras tanto Hasán, el presunto raptado, en el centro de aquel paraje desmontado, absorto de cuánto acontecía a su alrededor, apretaba contra su pecho un desgastado balón de futbol, al tiempo que en idioma arábigo respondía a los reclamos de un niño lacandón que le exigía en su dialecto:
¡Ese gol no cuenta, fue en clarísimo fuera de lugar!

EL DRAGÓN (Inspirado en un antiguo relato chino)


Por Jesús Pérez Uruñuela
SE CUENTA QUE HUBO UNA VEZ (¿o aún existe?) un lugar en donde la población mayoritaria estaba excluida del progreso, controlada por la mentira y hundida en la ignorancia por los oscuros manipuleos políticos y soberbias actitudes de su gobernante: personaje, conocido como el DRAGÓN. Y se escuchaba el clamor: -¡Ya basta, queremos el cambio!
Como respuesta al reclamo popular, surgió quien pregonaba un idealismo patriotero y ser creyente de los más puros y nobles ideales del ser humano, dispuesto a acabar con el (y lo) causante de tanta injusticia.
Con apoyo ciudadano y financiamiento de la "burguesía marginada y eliminada del desarrollo" el "adalid libertador", una noche, logró rebasar la dragona defensa palaciega y estuvo frente al "déspota", el que efectivamente era… ¡UN DRAGÓN! Sin mayor preámbulo, sobrevino un cruento combate entre ambos.
En el clímax de la lucha cuerpo a cuerpo, el monstruoso gobernante se mantenía suspendido en el aire por dos amplias membranosas alas de vampiro pegadas a su escamoso cuerpo humano de extraños vivos colores amarillo, rojo y manchas negras. Una dentada cresta longitudinal recorría su espalda desde la nuca hasta la larga cola de cocodrilo terminada en forma de dardo. De su rostro brotaban terribles miradas y barbas en forma de serpientes, por las cuales escurría la espumosa baba que le chorreaba del hocico.
En tanto el "valiente paladín" permanecía derribado en el suelo (aparentemente extenuado por la prolongada lid) y "el horripilante alado" supuso que vencería con una última embestida. Con sus afiladas garras de águila por delante, se lanzó sobre el "novel retador", quien sorpresivamente alzó la espada, la que se incrustó en el pecho del DRAGÓN.
La bestia se desplomó herido de muerte. Luego, entre lamentos y sordas carcajadas habló a su victimario: ¡Oh paradoja...! ¡Al matarme me brindarás nueva vida; yo soy el gran señor poseedor del PODER: eso que faculta el ejercicio de la autoridad y el control de todo lo existente sobre la Tierra! ¡Quien es dueño de esa supremacía, en un principio demuestra generosidad y altruismo; más en la medida que se intensifica el sublime mando, olvida sus dulces sueños y sólo hace que las cosas cambien para que todo siga igual! ¡Además, quien llega alcanzar el poder absoluto, goza de la más hermosa de las metamorfosis: la transfiguración en DRAGÓN!
Impulsado por una extraña fuerza, el DRAGÓN se puso de pie. Abrió sus enormes alas en un intento de volar, a la vez que, con aulladora voz, profería:
-¡El poder eterniza al DRAGÓN...! ¡EL DRAGÓN nunca muere!
Dicho lo anterior se desplomó. Ya en el piso expiró su último aliento.
El orgulloso vencedor recorrió el palacio. A su paso, los cortesanos y burócratas postrados de hinojos cantaban loas en su nombre: -“¡Honorable emérito, nos rendimos ante tu avasalladora guapura, ante tu omnipotente grandeza y ante tu cautivador carisma!”
El nuevo mandatario se dedicó al análisis de asuntos administrativos para conocer y comprender la compleja rutina gubernamental maravillándose de la riqueza que dejó el régimen del extinto DRAGÓN y comenzó a disponer de los recursos presupuéstales para su uso y beneficio. A fin de "eficientar" la administración pública, llevó a colaborar en su gabinete a amigos y parientes, así como a "ilustres y desinteresados miembros de la marginada burguesía", quienes generosamente lo apoyaron en la "campaña libertadora".
Una tarde, "el altísimo nuevo dirigente" trabajaba en su lujoso gran despacho en la revisión de los libros de ingresos a las arcas del tesoro para cuantificar el monto de lo recaudado con los tributos recientemente impuestos al pueblo (del cual se había olvidado) y un ensordecedor murmullo lo distrajo. Eran voces que procedían del exterior. La curiosidad lo levantó para dirigirse al "gran balcón". Antes de llegar al ventanal, sintió un escalofrío que recorrió su cuerpo, así como la presencia de una extraña energía en aquella habitación. Se detuvo y volteó hacia un penumbroso pasillo. Miró con insistencia al fondo de él y pudo distinguir aquello que tanta atracción morbosa le provocaba: era la pavorosa figura de un ser de recuerdo imborrable, quien en la media luz de aquel pasaje le observaba fijamente. Con pausado paso, "el bisoño mandatario" caminó hacia él para verlo de cerca. Con terror se percató que el misterioso individuo también se aproximaba; luego decidió detenerse y exclamó con temblorosa voz:
-¡El DRA...GÓN! ¡El DRAGÓN ha vuelto!
Efectivamente, aquella "espantosa visión" correspondía a un rejuvenecido "monstruo" que movía ligeramente sus alas de murciélago y acuciosamente, con malévolos ojos, miraba al atemorizado "novato mandatario". Este, dijo a la aparición: -¿Estás realmente aquí o soy víctima de una terrible alucinación? Y en seguida amenazó a la fantasmagórica figura: -¡Maldito seas, esta vez si acabaré contigo...! ¡No permitiré que vengas del "más allá" a impedirme realizar la alternancia en el PODER y el cambio que tanto reclama el pueblo! y furioso se precipitó sobre el "espectro", el que al mismo tiempo contraatacó con las garras de águila levantadas.
Contrario a lo esperado, "el encolerizado mandatario" chocó contra la fría superficie plana de un cristal, el cual -por la colisión- se partió en pedazos y estupefacto, en cada uno de aquellos trozos de vidrio se vio reflejado a sí mismo.
En el fondo del pasillo sólo estuvo el "héroe libertador" ya "dirigente supremo", quien en un ESPEJO proyectó en lo que el PODER ABSOLUTO y el AUTORITARISMO lo habían transformado. ¡Sí...! ¡Él era el nuevo DRAGÓN!
En realidad el barullo que se escuchó afuera del palacio, se debió a que en el valle numerosos grupos de personas con mantas y pancartas llegaron a sumarse a la magna concentración de "acarreados" que se realizaba para felicitar al "recién DRAGÓN" por las últimas cifras del extraordinario desarrollo social y económico que -según él- se habían alcanzado en el corto tiempo que llevaba al frente del gobierno.
Momentos después, el balcón del palacio estuvo ocupado por los integrantes del gabinete (familiares y amigos del mandatario y representantes de las fuerzas vivas). En el centro de ellos, el altivo DRAGÓN saludaba a la multitud y escuchaba el bullanguero sonar de matracas, de silbatos, de “espantasuegras”, de tambores y de trompetas, así como la sobresaliente exclamación del populacho:
¡Se ve y se siente, el DRAGÓN está presente…!

¿Tenían escudos de armas los pueblos de Quauhnahuac?

Escrito por Jesús Pérez Uruñuela
Miércoles, 12 de Marzo de 2008 06:00. La Jornada de Morelos
A mediados del siglo XVI, a 17 poblados de Quauhnahuac, se les concedieron Armerías de los pueblos, o sea escudos de armas, por su participación en la construcción de la Catedral de Cuernavaca. Francisco Gómez Orozco asegura lo anterior en su Monografía del Convento e Iglesia Franciscana de Cuernavaca, Morelos (1943), y también llama a esos escudos “símbolos de armas parlantes”, que se localizaban en losas más o menos grandes incrustadas en la cerca de San Francisco (barda atrial del monumento catedralicio Metropolitano). Gómez Orozco fundamenta lo anterior en el Catálogo resultante de la investigación que llevó a cabo a principios del siglo XIX el capitán Guillermo Dupaix (*) de los monumentos y vestigios de las culturas prehispánicas y coloniales de México, por encargo del Rey de España Carlos IV. Indiscutiblemente, de haberse resguardado las placas, después de los trabajos de remodelación efectuados durante el siglo XX, hoy dispondríamos de valiosos recursos para el mayor y mejor conocimiento de los pueblos tradicionales, que únicamente identificamos por medio de las toponimias asignados a ellos en el códice “La matrícula de tributos”. En fin, las placas de piedra fueron quitadas de la barda, manejadas con carácter de escombro, o bien utilizadas como materiales de construcción en otras obras, y por qué no considerar la posibilidad, ahora integradas a alguna colección particular. La realidad es que de acuerdo a la investigación realizada por Sergio Estrada Cajigal Barrera y el que suscribe este artículo –salvo tres placas– nadie sabe con certeza qué fue de las otras 14.Piedras localizadasEn la fachada del Jardín Borda, se observan incrustadas dos piedras grabadas con un águila y un coyote, semejantes a lo descrito en el Catálogo de Dupaix. En el primer caso, “una Ave vuelta a la derecha en una postura recta y natural, con un pico armado, y del pie izquierdo, tiene agarrado un ramillete de flores, No hay duda que no sea un águila, pero sin cuerpo, y así sólo nos presenta la parte delantera, con la cola unida á ella de una manera única, pues parece escorzada”. Todo coincide, excepto la falta del ramillete de flores, que bien pudo haber sido destrozado en el proceso de demolición. La segunda piedra del Jardín Borda, es un cuadrúpedo de cuerpo entero sin base alguna; Dupaix la describe así: “La Cabeza de un Cóyotl o perro silvestre, vuelta a la derecha, la cual parece puesta sobre una base formada por varias curvas”. La tercera piedra, guardada en la bodega del INAH Morelos, coincide con lo descrito en el Catálogo, en el sentido que “es muy complicada é inexplicable; por el conjunto de líneas, aunque delineada con simetría, con tres números á la derecha”. Sin embargo hoy no tiene en su “parte superior un letrero de caracteres nuestros o góticos, pero de mala conservación lo que impide su leyenda”.Como mero señalamiento referencial, Juan Dubernard relaciona los nombres de los pueblos que en aquel entonces y en tiempos posteriores acudían regularmente a cumplir con sus obligaciones de atención a la Catedral, según nota consignada en el Códice de Cuernavaca del siglo XVI, que bien algunos de ellos pudieran relacionarse con las 17 placas de piedra: “Tetlaman, Cohuentépec, Biacatlan, Tonexco, San Francisco, Cohuatlan, Mazatepec, San Miguel Cohuatlan, Quauhchichinolan, Huaxintlan, Ahuehuetzingo, Acatlipac, Alpoyecan, Xoxocotla, Tetelpan, Panchimalco, Itlatenchi, Huizilac, Quauhxomulco, Ocotepec, Teienmilpa (sic) Santa María, Tetelan y Tlaltenango”.* En el referido Catálogo de Dupaix, se incluyen los monolitos “Piedra del Chimalli”, “Lagarto de San Antón” y “Piedra del Águila” de Cuernavaca.

domingo, 28 de septiembre de 2008

TEODOLITO Víctor Manuel Cinta Flores. Diario de Morelos

Un reconocimiento a quien ha dedicado su vida a hacer la crónica de Ocotepec, don Jesús Pérez Uruñuela, gracias a quien conocimos al muralista olvidado y casi inadvertido en esta su casa, Salvador Tarazona, que a su vez posee toda la crónica de lo cotidiano, de lo...

Por el cronista de Ocotepec, don Jesús Pérez Uruñuela, conocimos de otro muralista olvidado e inadvertido, aun por los propios cuernavaquenses: Salvador Tarazona, quien tiene toda una crónica de lo que es la historia de Cuauhnáhuac y no solamente la crónica histórica, sino también la historia iconográfica. Y es precisamente de esta manera, haciendo crónica de lo cotidiano, de lo que aún conservamos y de lo que archivamos en el baúl de la memoria, …

Recuerdan obra de Tarazona Diario de Morelos

El investigador Jesús Pérez Uruñuela ha recopilado información acerca de uno de los artistas más destacados que han dejado huella en su paso por Morelos, pero que al mismo tiempo resulta ser el menos reconocido a la fecha.Se trata del valenciano Salvador Tarazona, quien ha dejado muestra de su pintura de caballete, murales y diseño de sillas en el Palacio de Gobierno de Cuernavaca, así como algunas pinturas en el Jardín Borda y el Registro Civil. Con ello, Pérez Uruñuela, con el interés del Instituto de Cultura y el Ayuntamiento de Cuernavaca, plantea la construcción de un museo histórico de la ciudad, en el que se dé cabida a la obra de este artista. El investigador oriundo de Coahuila y avecinado en Ocotepec desde hace 10 años, trabaja en la organización de presentaciones en distintas ciudades del país, en las que presenta el quehacer de Tarazona.

OPCIÓN CULTURAL DESAPROVECHADA.

CULTURA + Por Jesús Pérez Uruñuela
En lo que fuera el edificio del Ayuntamiento de Cuernavaca y en la sala Manuel M. Ponce del Jardín Borda -ambos ubicados en la avenida Morelos del centro de la ciudad- se resguardan en exhibición 28 pinturas, parte rescatada de las 43 que el artista español valenciano Salvador Tarazona, realizó de 1938 a 1942,...
En lo que fuera el edificio del Ayuntamiento de Cuernavaca y en la sala Manuel M. Ponce del Jardín Borda -ambos ubicados en la avenida Morelos del centro de la ciudad- se resguardan en exhibición 28 pinturas, parte rescatada de las 43 que el artista español valenciano Salvador Tarazona, realizó de 1938 a 1942, para la decoración del Palacio de Cortés, sede entonces del gobierno estatal, encabezado por el coronel Elpidio Perdomo. Las referidas obras pictóricas (en óleo) contienen temas de la presencia olmeca, xochimilca y tlahuica en el actual Estado de Morelos, de la conquista por Hernán Cortés y durante los años de 1864 a 1867, duración del efímero imperio mexicano de Maximiliano de Habsburgo.
Todas y cada una de las obras de Tarazona son de alto contenido narrativo; sin embargo, los óleos que describen actividades cotidianas y artísticas de los tlahuicas de la antigua Cuauhnáhuac, constituyen una muestra de la ardua y meticulosa investigación que el pintor español debió llevar a cabo para plasmar en cada tela, tanto detalle y abundante información explicativa. Ejemplos: el minucioso y delicado trabajo artesanal en la elaboración de piezas de orfebrería, el proceso de manufactura de los mosaicos plumarios, la localización de piedras preciosas; y entre otros, cuadros referidos al algodón, a los tributos al imperio azteca y a la cerámica.
También, debemos reconocer la habilidad del pintor para, en ocasiones, representar situaciones con personajes de diferentes momentos históricos en un mismo óleo, como es el caso del intitulado “Barrenamiento de las naves” en el que Cortés, acompañado de sus principales y ejército, abandonan La Villa Rica de Veracruz, dejando atrás la flota naviera en llamas. Bernal Díaz del Castillo relata este acontecimiento dividido en tres momentos: Cortés sale precipitadamente hacia Cempoala, luego lo alcanzan sus más fieles capitanes, y después, por acuerdo y sugerencia de ellos, se realiza la quema y hundimiento de las naves.
En la sala Manuel M. Ponce del Jardín Borda, están cuatro cuadros representativos del mismo autor; en uno, Maximiliano acompañado de joven cortejo femenil, en un paraje boscoso de Huizilac, auxilia a Carlota a descender de la carroza; en otro, el noble matrimonio camina alrededor del lago del Jardín Borda. “La india bonita” es el título de la conocida pintura en donde Tarazona idealiza el inicio del (¿supuesto o real?) idilio del emperador con la enigmática joven. En “Ahora o nunca”, Juárez, la princesa Slam Slam, Lerdo de Tejada y Comonfort son los personajes de una escena, preámbulo al fusilamiento del emperador austriaco.
Es indudable que la obra realizada por Salvador Tarazona en Cuernavaca constituye un didáctico recorrido pictórico por nuestra historia, la que desde hace 36 años en que esos óleos salieron en 1971 del Palacio de Cortés hacia el antiguo edificio del Ayuntamiento, solamente han estado en “resguardo y exhibición”, sin ser verdaderamente aprovechados como una opción para la difusión histórica, cultural y estatal de Cuernavaca, que ya demanda la ciudadanía local y el turismo nacional e internacional que acude al Centro Histórico capitalino. Otra de las aportaciones de Tarazona a nuestro patrimonio histórico cultural, son las 100 sillas (estilizados equipales) de madera localizadas en el ex Palacio Municipal, que cuentan con motivos iconográficos prehispánicos grabados, inspirados en códices como el Tolleriano Ramensis, el Borgia y otros. También en este caso, en 36 años se ha carecido de interés por llevar a cabo una investigación respecto a la iconografía referida y exhibir y difundir dichas imágenes que en mucho abonarían en reafirmar la identificación morelense. ¿Qué puede hacerse para que la obra de Tarazona se transforme en un proyecto realizable en corto plazo, a bajo costo y con altos rendimientos turísticos, sociales y políticos?

El Museo de Cuernavaca. Crónica de cuestionamientos



Escrito por Jesús Pérez Uruñuela
Sábado, 23 de Agosto de 2008 00:00 La Jornada de Morelos
Toda ciudad que se considere con verdadera vocación turística debe estar “plagada” de museos en los que se expongan las diversas manifestaciones artísticas, folclóricas, étnicas, y demás aspectos en que se manifiesta la cultura. Pero, además, indiscutiblemente, debe contar con un museo que contenga su memoria histórica, en el cual desde sus primeros espacios, el visitante vaya “empapándose” de la esencia del tiempo, origen y evolución citadina. Sin recurrir a lo que sobre el particular poseen las grandes urbes, pongo de ejemplo al Museo de Memoria Histórica de la ciudad de Tlaxcala.Creo que nuestra Cuernavaca podría ir para finales del presente año, rumbo a lo que pudiera convertirla en poseedora de un museo de memoria histórica. En el mes de noviembre próximo, el ayuntamiento capitalino tiene programado la inauguración del Museo de Cuernavaca, con un inmueble renovado tanto en su interior como en su exterior. Se estima que las obras del remodelado de la ex sede de nuestro palacio municipal, ubicado en la avenida Morelos, colonia Centro, darán inicio a partir del 1º de septiembre, y antes de esa fecha los espacios de los pisos y muros deberán estar vacíos, lo cual significa que los 23 cuadros de las pinturas de Salvador Tarazona serán retiradas en los días finales de agosto.Cada uno de esos óleos son el resultado de una acuciosa investigación del artista en fuentes documentales especializadas, que le permitieron lograr una interpretación pictórica de diversos momentos históricos de la antigua Cuauhnáhuac: ¿acaso no es esto un registro de memoria? La obra artística de Tarazona fue realizada de 1938 a 1942, siendo gobernador el coronel Elpidio Perdomo, quien la financió con recursos estatales para decoración del Palacio de Cortés. La primera serie de pinturas, con temas prehispánicos, se ubicó en la Cámara de diputados; la segunda en el salón de juntas del Gobierno y la tercera, consistió en cuatro cuadros sobre el efímero imperio de Maximiliano, que ahora están en la sala Manuel M. Ponce del Jardín Borda. Las pinturas referidas, tienen en su mayoría una altura que no supera los 2.20 metros, varias de ellas, cuentan con longitudes entre cuatro y siete metros.En el tiempo (25 años) en que las mencionadas pinturas han permanecido en exhibición, nos recuerdan lo que en el pasado sucedió en el espacio que hoy habitamos: por su exposición a la luz solar y/o a la humead-salitre que se trasminaba en los muros, la consistencia de los lienzos fue afectándose notoriamente, llegando en uno de ellos a observar graves rasgaduras. Inclusive, por la mismas causas, en otras pinturas la superficie del óleo se ha ido cuarteando, debido a los indebidos materiales aplicados por un “maestro pintor rotulista”, que fue contratado en el pasado para realizar trabajos de restauración en ellas.Debemos recordar y evitar que llegue a suceder algo semejante a lo acaecido a finales de la década de los sesentas del siglo pasado, cuando por motivo de la remodelación del Palacio de Cortés, para dar cabida al Museo Regional Cuauhnáhuac, debieron retirarse los 43 óleos de Tarazona que había en su interior, pero solamente 28 lograron llegar al ayuntamiento de Cuernavaca, el resto supuestamente se destruyó consecuencia de los trabajos de albañilería.

Además, las pinturas que lograron arribar al palacio municipal fueron amontonadas en una bodega durante 14 años, hasta que en 1986, don Sergio Estrada Cajigal Barrera gestionó enmarcarlas y fijarlas a los muros donde se han observado durante el presente año. Ahora, por la remodelación del edificio, las pinturas una vez más deberán ser movilizadas. ¿Por quién y en qué transporte? ¿Con marcos o enrolladas? ¿En dónde quedarán depositadas? ¿Los óleos que lo requieren serán embalsamados? Para corregir el pasado, si eso fuera posible y que la historia no vuelva a repetirse, respetuosamente se recomienda, como mínimo:1. Que el ayuntamiento –con el fin de conservar y preservar la obra de Salvador Tarazona– se anticipe previendo la forma responsable, técnica y profesional del manejo y traslado de las pinturas, así como definiendo el lugar de almacenamiento con condiciones ambientales propicias. 2. Una vez concluidas las obras de remodelación, que las pinturas regresen al Museo de Cuernavaca, a los espacios que ocuparon, y se les coloque a cada una su ficha de identificación y contenido temático para que verdaderamente cumplan con el objetivo de su existencia: servir como un viaje pictórico por la historia de nuestro Estado y Ciudad.3. Que dentro del Museo de Cuernavaca, se exhiban las sillas y mesa que el señor Tarazona diseñó, porque ellas, por sus múltiples motivos iconográficos prehispánicos grabados, corresponden a otra valiosa aportación de maestro español valenciano a nuestro patrimonio morelense.Comentario final. Si bien hemos considerado que el “asunto Tarazona” es del ámbito del ayuntamiento de Cuernavaca, recordemos que por el hecho de que los fondos con los que se pagaron las pinturas, sillas y otros trabajos de grabado, hayan salido del presupuesto estatal, podemos afirmar que también corresponde al gobierno del estado involucrarse en lo anteriormente expuesto, por su carácter de propietario o copropietario de los bienes patrimoniales en cuestión.

El pozole.Platillo muy gustado en México

Cuento por Jesús Pérez Uruñuela
Debajo de la Gran Pirámide del Templo Mayor, había una numerosa cantidad de cadáveres con el pecho abierto, a los cuales varios sacerdotes llamados quaquaquilli, hábilmente les desprendían la piel. Otros, cubrían sus cuerpos con los aún sangrantes cueros de los despellejados y en loca carrera se dirigían al templo del dios Xipe "Nuestro Señor el desollado Tezcatlipoca rojo" que estaba en el extremo izquierdo de la Gran Plaza: el “Recinto de los Dioses de la Gran Tenochtitlan", la cual, era considerada el centro de los cuatro rumbos del Universo, sitio apropiado para la celebración de aquel macabro festejó de muerte.
Por el lado derecho de la ensangrentada escalinata de la monumental pirámide edificada para la adoración de Hitzilopochtli (dios de la guerra) subía, con sereno rostro e inexpresiva mirada (efecto de la ingestión de la planta psicotrópica mixitl tápatl ) la princesa tlahuica Citlaxóchitl, bella joven de negra y brillante cabellera que le cubría la espalda hasta abajo de la cadera, con el cuerpo desnudo y pintado de amarillo. En lo alto, la aguardaban dos sacerdotes cubiertos de tizne y sangre y el pelo encrespado por la mezcla de inmundicia y sudor. Uno de ellos portaba un cuchillo de obsidiana, el otro, sostenía una vasija de piedra tallada (cuauhxicalli).
La muchacha llegó a la cumbre y sin oponer resistencia, de inmediato fue colocada boca arriba sobre la circular piedra del sacrificadero. El sacerdote verdugo, con rapidez, destreza y crueldad, introdujo el puñal entre las costillas izquierdas, debajo del seno. Sólo se escuchó un fuerte gemido, nada después. Mientras de la herida brotaba abundante sangre, por ahí, el sacerdote victimario metió con furia la mano y extrajo aún latiendo el corazón. Lo mostró a las alturas y finalmente lo puso en la vasija de piedra tallada (cuauhxicalli) que cargaba uno de sus ayudantes. Este, llevó el corazón a donde estaba la "Piedra de Tizoc" y lo colocó en el hueco encendido del centro de ella.
Arriba, uno de los sacerdotes auxiliares, tomó con fuerza la cabellera de la recién sacrificada y de un jalón la tiró al piso. De la misma forma, sin consideración alguna, la arrastró cuesta abajo por las escaleras, en tanto que el enamorado Cuetlachtli despojado de sus atuendos militares, desnudo, escalaba para cumplir con su fatal destino,
Al llegar el sacerdote con el cuerpo de Citlaxóchitl al basamento inferior, lo arrojó a donde los viejos quaquaquilli esperaban con ansiedad para desollarlo y les ordenó:
-¡Quitadle la piel y guardadla para mí, que yo también habré de cubrirme con ella al ir a adorar al dios Xipe! ¡Al descuartizarla, separad con sumo cuidado un muslo para la cocina de nuestro tlatoani Moctezuma, quien hoy desea saborear el exquisito tlacataotli (*)! ¡Del resto del cuerpo, tomad lo que os plazca; las sobras, como los demás restos humanos, llevadlas al zoológico real para las fieras y aves de rapiña!
(*) Tlacataotli.- Guisado azteca elaborado con maíz cocido-reventado y carne de los sacrificados en honor del dios Huitzilopóchtli. Hoy, en el estado de Morelos y en el resto de México, se elabora con la antigua receta; sin embargo, para conservar el mismo sabor, la carne humana ha sido sustituida con la de puerco y a ese platillo se le conoce con el nombre de POZOLE.

Etnia, parroquia y cruces franciscanas de Ocotepec, Morelos



Escrito por Jesús Pérez Uruñuela.
Sábado, 27 de Septiembre de 2008 00:00 La Jornada Morelos.

Orígenes étnicos durante los años 1250 a 1300 d.C.
Procedentes del Valle de México llegaron al actual estado de Morelos los tlahuicas, quienes tiempo atrás, según el Códice Ramírez Alvarado Tezozomoc, habían salido del mítico Chicomostoc (Lugar de las siete cuevas), al igual que otras seis tribus nahuatlacas (de idioma náhuatl): acohluas (colhuas), tepanecas, xochimilcas, tlaxcaltecas, chalcas y aztecas.Una vez que cruzaron la sierra del Ajusco, los tlahuicas formaron los reinos de Cuauhnáhuac y de Oaxtepec. Los poderes políticos de Cuauhnáhuac residían en una ciudad militar (hoy centro histórico de Cuernavaca), rodeada por 22 pueblos tributarios. Ocotepec, uno de ellos.Los primeros habitantes de Ocotepec (cerro de ocotes), también fueron de origen tlahuica. Se establecieron al norte de la hoy ciudad de Cuernavaca, en las faldas del corredor del Chichinahutzin, en un paraje boscoso de ocotes. De ahí el origen de su toponimia. Eran adoradores de Tlanehui o Tlanihuic (Luz del nuevo amanecer), o sea el planeta Venus, Lucero de la mañana (Tlahuizcalpantecuhtli) al salir por el oriente, representación dual de las deidades Ehecatl-Quetzalcóatl (Viento y Serpiente Emplumada). Posteriormente, en parajes al norte de donde estaban los tlahuicas-tlanehui se asentaron dos grupos de familias nahuatlacas, pertenecientes a las tribus Acolhuas o Colhuas y Tepanecas. De esta manera se inició la configuración de la comunidad primera de lo que habría de ser el poblado de Ocotepec.Desde antes de 1521 (conquista de Cuauhnáhuac por los españoles), Ocotepec constituía un punto estratégico para la escala de procesiones humanas procedentes de los reinos de la Triple Alianza y del centro religioso de Cholula: pochtecas (comerciantes) rumbo al sur y guerreros que se dirigían a Malinalaco para someterse a prolongados y dolorosos autosacrificios, a fin de alcanzar la honorífica distinción militar de caballeros águilas y caballeros jaguares. Como en el pasado, hoy, cada año, pasan por Ocotepec ríos humanos rumbo a Malinalco y Chalma.
Evangelización franciscana. En 1524 llegan a la Nueva España los frailes franciscanos “hermanos menores”, encabezados por Fray Martín de Valencia; proceden al establecimiento de La Custodia del Provincia del Santo Evangelio, consistente en la construcción de cuatro conventos en México, Tlaxcala, Texcoco y Huejotzingo, el quinto sería en Cuernavaca. Un año después, los franciscanos arriban a la Cuauhnáhuac conquistada, y hacen lugar de residencia donde hoy está la capilla de San Francisquito, al sur de la ciudad. Sin embargo, es hasta 1529 cuando se inician en terrenos donados por doña Juana de Zúñiga, esposa de Hernán Cortés, las obras de la iglesia de San Francisco, hoy de la Asunción de la Virgen y Catedral, así como del claustro del convento (obispado), y de la capilla abierta de San José, frente a la cual se aglomeraban multitudinarios grupos de indígenas para su catequización. También en los 22 pueblos (inclusive Ocotepec) anteriormente tributarios a Cuauhnáhuac, la cristianización se inició a cielo abierto frente a improvisadas capillas de cuatro morillos que sostenían techos pajizos. Parroquia de “San Salvador o Divino Salvador”Es posible que la fecha de 1536, tenuemente legible en la parte superior de la fachada del actual templo del Divino Salvador de Ocotepec, corresponda solamente al inicio de los trabajos de erección de sus muros definitivos. La conclusión del templo parroquial del pueblo del “cerro de los ocotes”, que se menciona para el año de 1592 (de ser correcta), debe interpretarse únicamente en lo referente a la nave cañón corrido, sin la torre campanario, la que debió ser construida entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, aseveración basada en el hecho de que las torres de otras capillas de la actual Cuernavaca, (Los Reyes Magos de Tetela del Monte y San Juan Evangelista de Chapultepec) tienen grabados en su frente los años 1677 y 1739 respectivamente; también la torre de la actual Catedral, tiene inscrito en uno de sus muros el año 1713.Respecto a la ornamentación que hoy ostenta el frontispicio de San Salvador, por sus manifiestas similitudes con la fachada de la capilla de La Tercera Orden (ubicada en la esquina norponiente del atrio catedralicio) debió haber sido realizada durante la primera mitad del siglo XVIII.La sacristía y el Sagrario adosados al muro sur de la nave parroquial de San Salvador, debieron ser contemporáneos de la decoración de su fachada y construcción de la torre campanario. Interesantes resultan estos dos espacios. La sacristía (primera en tiempo) tuvo puerta al exterior por su muro poniente, hoy en la penumbra del interior del recinto sagrario. Ese muro cuenta con los mismos elementos decorativos que la parte inferior de la fachada del templo: puerta arco de medio punto y a sus costados dos columnas salomónicas, en cuyos intercolumpios existen nichos con las imágenes de San Pedro y San Pablo. Supongo que posteriormente se alzaron los muros (del hoy Sagrario) que habrían de servir como un portal con tres arcos para proteger la fachada de la sacristía o bien como portal de peregrinos. Luego dos de los arcos fueron tapiados, quedando solo el del medio como puerta de acceso, que permanece cerrada. Hermosos los altos relieves en la parte superior del muro ex arcado, con motivos que evocan las cinco llagas de Cristo, Jesucristo en el momento de la transfiguración, y otros motivos foliares y símbolos franciscanos. ¿Convento de la Transfiguración del Señor?Se piensa que la parroquia de Ocotepec, entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, era un proyecto para la construcción de un convento franciscano destinado a la advocación de la Transfiguración del Señor. Y existen antecedentes para ello. En un texto del documento Provincia del Santo Evangelio (1697), Fray Agustín de Betancourt nombra al poblado: “Transfiguración Ocotepec”. Además en la parte intermedia de la fachada de la parroquia, aún puede leerse la palabra “transfigura”. Para 1746, Joseph Antonio de Villaseñor y Sánchez, en su obra Teatro americano de reynos y provincias, región Morelos, llama al poblado “San Salvador Ocotepec”, infiriéndose que para entonces el proyecto de convento había sido abandonado, dejando como vestigio una arcada de piedra adosada a la torre campanario, muy probablemente arranque del claustro conventual.

Cruces franciscanas. Siglo XVIII. Una vez construida la nave parroquial, y ya asentadas a su alrededor casas habitaciones, los franciscanos colocaron cinco cruces en la periferia delimitando el área de una comunidad que ya profesaba la fe católica. Cinco cruces que representan las cinco llagas de Cristo, según opinión de los ancianos del poblado.
Bibliografía:1) Ocotepec, un cerro de mexicanidad. Pacmyc-Conaculta, Morelos, 2002. 2) De Cuauhnáhuac a Cuernavaca, biografía de una ciudad, ayuntamiento de Cuernavaca, 2008. Ambas obras del autor del presente artículo

martes, 23 de septiembre de 2008

PRESENCIA DE JESÚS PÉREZ URUÑUELA EN TIJUANA

Jueves 14, septiembre de 2006. Tijuana, B. C.
“Multiforo ICBC, jueves 14 de septiembre, a las 7:00 p.m.TEMPLOS FRANCISCANOS”, HUELLAS DEL URBANISMO EN CUERNAVACAEl licenciado en Economía, Jesús Pérez Uruñuela, investigador del tema, “templos franciscanos en Cuernavaca”, dicta una conferencia con proyección simultánea de imágenes en el Multiforo del ICBC, este jueves 14 de septiembre, a las 7:00 p.m.

Presentan estudio sobre templos franciscanos en Cuernavaca

JORGE SIFUENTES CAÑAS LA JORNADA MORELOS23/03/2006

CUERNAVACA, MOR. Como parte de su investigación Los templos parroquiales franciscanos en Cuernavaca, el historiador Jesús Pérez Uruñuela presentó ayer su trabajo ante el Grupo Empresarial Morelos, donde espera integrar información arquitectónica, histórica y fotográfica de los templos que existen en la periferia de la capital del estado, como por ejemplo Acapantzingo, Tlaltenango, Chapultepec, Ocotepec, Chamilpa y otros más.

“La evangelización dejó huella en cada uno de los poblados tradicionales de Cuernavaca, cambiaron los usos y costumbres; de esta manera, la intención de este trabajo es conocer nuestra esencia. Los resultados proporcionados por esta investigación se van a integrar en formato DVD, que va a contener imágenes, video, grabación y musicalización”, informó el historiador. Pérez Uruñuela resaltó que el trabajo se basa fundamentalmente en 14 templos parroquiales construidos alrededor de los siglos XVIII, XIX y XX, con las características propias de los franciscanos que resaltan en sus fachadas, que representan la misión evangelizadora de esta orden religiosa en el estado. “Son los templos que surgieron alrededor de la catedral de Cuernavaca, parroquias que se fueron construyendo con base al desarrollo de las comunidades y en donde se llevó a cabo la verdadera acción evangelizadora”, agregó. Los templos considerados para la investigación son Parroquia del Divino Salvador, en Ocotepec; San Nicolás de Tolentino, de Ahuatepec; San Lorenzo Mártir, de Chamilpa; Los Reyes Magos, de Tetela del Monte; La capilla de San José y el templo de Nuestra Señora de los Milagros, en Tlaltenango; Virgen de la Asunción, en Santa María Ahuacatitlán; San Antonio de Padua, en San Antón; María Auxiliadora, en Chipitlán; San Luis Obispo, en Amatitlán; San Miguel Arcángel y San Diego de Alcalá, en Acapantzingo; así como San Juan Evangelista, en Chapultepec. En este momento, continuó, se está trabajando sobre una base de 600 fotografías, de las cuales serán tomadas en cuenta alrededor de 100 ó 150 imágenes; la narración estará apoyada por investigadores y antropólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, además de aportaciones documentales de la Universidad de Texas, en Austin y otras instituciones. Este trabajo fue premiado recientemente con recursos del Pacmyc, apoyado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto de Cultura de Morelos y será presentado totalmente terminado para el próximo mes junio, finalizó el historiador.Agregado el: 23-03-2006 a las 11:21

Presentan segundo libro editado por el Ayuntamiento de Cuernavaca.

La bibliografía de la ciudad desde antes de la llegada de los Tlahuicas hasta el siglo XXI, se presenta en el libro de Cuauhnáhuac a Cuernavaca, del investigador histórico Jesús Pérez Uruñuela, quien ayer dio a conocer su libro ante autoridades capitalinas. Con este libro que fue presentado en la sede del Ayuntamiento, en donde se contó con la presencia de Jesús Giles Sánchez, Presidente Municipal de Cuernavaca, se enriquece el acervo bibliográfico de la ciudad y se invita a ejercer el derecho a la memoria histórica y a la reflexión de los hechos que forjaron al actual. "Este libro nos asoma a la ventana que el autor abre al lector desde la cual podemos imaginarnos a don Hernán Cortés recorriendo las calles céntricas de Cuauhnáhuac", mencionó el Alcalde, quien agregó que desde la portada Pérez Uruñuela, recuerda algo que frecuentemente se olvida que es el que no se puede amar aquello que no conocemos.
El autor nos descubre esa magia de Cuernavaca, tierra que embruja que encanta, que atrae con su clima, con su gente, con su aire perfumado, expresó el Edil, ante los invitados a esta presentación De Cuauhnáhuac a Cuernavaca. Patricia Arredondo y el artista plástico Jorge Cázares, quienes comentaron el contenido del libro, destacaron la investigación que durante cinco años realizó el autor y que proporciona nuevas luces acerca del lejano pasado Tlahuica hasta este siglo. Pérez Uruñuela nació en Coahuaila pero es avecindado en Cuernavaca desde hace 20 años, es licenciado en Economía, investigador histórico de Cuernavaca por vocación desde el inicio del presente siglo. Algunas de sus publicaciones y ediciones son : Libro: "Ocotepec, un cerro de mexicanidad". PACMYC 2003; DVD video."Templos franciscanos en Cuernavaca" PACMYC-UNISOL 2006; DVD video "Vida y obra de Salvador Tarazona" edición personal, CD. "16 cápsulas históricas de Cuernavaca." Ayuntamiento de Cuernavaca, Dirección de Radio y TV del Congreso del Estado 2005.

Plasma Pérez Uruñuela en libro su amor por la capital de Morelos

Escrito por JORGE SIFUENTES CAÑAS. La Jornada Morelos
Miércoles, 09 de Abril de 2008 06:00
CUERNAVACA. Una mirada a la historia de la ciudad de Cuernavaca, desde sus orígenes hasta la época actual, es lo que propone el historiador Jesús Pérez Uruñuela en su libro De Cuauhnáhuac a Cuernavaca, que fue presentado el lunes pasado en el patio del ayuntamiento, con los comentarios del presidente municipal Jesús Giles Sánchez, Efraín Pacheco Cedillo, el maestro Jorge Cázares Campos, Martha Patricia Arredondo y el autor. En entrevista con La Jornada Morelos, Jesús Pérez Uruñuela dijo que la obra parte del amor que puede sentir una persona al llegar a una ciudad hermosa y generosa; además del interés por el rescate de la historia de Cuernavaca. “Es una especie de biografía y también puede ser una autobiografía; es lo que nos está narrando la ciudad día con día”, explicó.
Desde su llegada a esta ciudad, el autor empezó a acumular información, que clasificó y archivó para intentar posteriormente hacer una especie de biografía “y lo hago; incluso esta información ya se está actualizando para una segunda edición. Ahora estoy tomando un curso sobre Historia y Cultura de Morelos y me voy encontrando que muchas de las cosas que fundamento en el libro están sólidas, pero se puede mejorar”.
Para Jesús Pérez Uruñuela, la aportación principal del libro es que se busca dar una continuidad a la historia de la capital morelense. “Esto ya se ha tratado de muchas maneras; pero hay que ir desarrollando el compromiso de los demás por la continuidad. Pueden criticar el libro, sí, pero más bien hay que ampliarlo y estructurarlo, hacer otras investigaciones y complementar lo que estoy planteando. Qué bueno que alguien me diga: ‘esto no es así’. Eso sería un éxito para mí, porque hay muchas cosas que planteo de forma hipotética, como un supuesto. Espero que otros se avoquen a una historia más profunda de lo que es la ciudad”, expresó. La obra tiene un apartado referido a la crónica del siglo XIX, con los grandes escritores que visitaron Cuernavaca, como Melchor Ocampo, Calderón de la Barca, el mismo Miguel Salinas, y muchos otros hasta llegar a López Velarde. “Hago un viaje de México a Cuernavaca en diligencia y en tren; es un momento muy ilustrativo de lo que pasaba en ese entonces. Y luego nos vamos al siglo XX, con todos esos problemas de contaminación y de basura; pero aún así Cuernavaca sigue siendo hermosa”.
Pérez Uruñuela conformó toda esta investigación a lo largo de varios años, pero encuentra su forma hace apenas cinco. “Ahora mismo podría hacerle modificaciones”; sin embargo, los últimos dos años de trabajo los retomará para la segunda edición que pretende ilustrar a todo color y espera esté lista a finales de este año. El autor es originario de Piedras Negras, Coahuila, pero avecindado en Cuernavaca desde hace casi 20 años. Es licenciado en Economía por la UNAM y es investigador histórico de Cuernavaca por vocación desde el inicio del presente siglo. Algunas de sus publicaciones y ediciones son: Ocotepec, un cerro de mexicanidad, editado por Pacmyc en 2003; dvd Templos franciscanos en Cuernavaca, (Pacmyc-Unisol 2006), y el dvd Vida y obra de Salvador Tarazona. Además es colaborador de La Jornada Morelos y El Regional.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Un perro llamado "Brus" y su amo "Raúl"

¿Acaso puede exitir un relación más intensa que la que se establece entre un perro con su amo? Creo que no. "Bruss, el hermano perro", como le llamo, tiene tantas expresiones afectivas que superan la de muchos seres humanos. Él y Raúl, propiamente no requieren hablar y ladrar para establer comunicación. Cada día salen a dar el paseo matutino; si el hombre se retrasa, el can araña la puerta con brusquedad recordando el compromiso entre ambos. Al colocarle la correa al cuello el buen "Bruss" sabe que está a punto de recorrer los alrededores para revisar la presencia de otros congéneres en el barrio, captando los olores urinarios en árboles y postes. Con brincos y movimientos de la cola, el animalito expresa sus alegría, y también baja sus orejas y su mirada se opaca ante la tristeza. Raúl no desaprovecha la ocasión para acariciarlo. Al pasear por las banquetas del rumbo, ambos (perro y hombre) asemejan manener una ininterrumpida conversación silenciosa. Y cuando se separan por varios días, supongo que continúan enlazados por ondas nostálgicas imperceptibles para nosotros. Hace diez años que la vida los juntó, cuando "Bruss era un cachorrito", diez años (60 para un can que ha entrado a la tercera edad); y para Raúl, esos diez años, quizá uno de los períodos de tiempo más trascendentales en su existencia, porque Bruss ha sido en el pasado reservado y discreto confidente de su soltería, y hoy, fiel amigo y testigo de la feliz vida matrimonial de su amo.

sábado, 20 de septiembre de 2008