Escrito por Jesús Pérez Uruñuela
Sábado, 23 de Agosto de 2008 00:00 La Jornada de Morelos
Toda ciudad que se considere con verdadera vocación turística debe estar “plagada” de museos en los que se expongan las diversas manifestaciones artísticas, folclóricas, étnicas, y demás aspectos en que se manifiesta la cultura. Pero, además, indiscutiblemente, debe contar con un museo que contenga su memoria histórica, en el cual desde sus primeros espacios, el visitante vaya “empapándose” de la esencia del tiempo, origen y evolución citadina. Sin recurrir a lo que sobre el particular poseen las grandes urbes, pongo de ejemplo al Museo de Memoria Histórica de la ciudad de Tlaxcala.Creo que nuestra Cuernavaca podría ir para finales del presente año, rumbo a lo que pudiera convertirla en poseedora de un museo de memoria histórica. En el mes de noviembre próximo, el ayuntamiento capitalino tiene programado la inauguración del Museo de Cuernavaca, con un inmueble renovado tanto en su interior como en su exterior. Se estima que las obras del remodelado de la ex sede de nuestro palacio municipal, ubicado en la avenida Morelos, colonia Centro, darán inicio a partir del 1º de septiembre, y antes de esa fecha los espacios de los pisos y muros deberán estar vacíos, lo cual significa que los 23 cuadros de las pinturas de Salvador Tarazona serán retiradas en los días finales de agosto.Cada uno de esos óleos son el resultado de una acuciosa investigación del artista en fuentes documentales especializadas, que le permitieron lograr una interpretación pictórica de diversos momentos históricos de la antigua Cuauhnáhuac: ¿acaso no es esto un registro de memoria? La obra artística de Tarazona fue realizada de 1938 a 1942, siendo gobernador el coronel Elpidio Perdomo, quien la financió con recursos estatales para decoración del Palacio de Cortés. La primera serie de pinturas, con temas prehispánicos, se ubicó en la Cámara de diputados; la segunda en el salón de juntas del Gobierno y la tercera, consistió en cuatro cuadros sobre el efímero imperio de Maximiliano, que ahora están en la sala Manuel M. Ponce del Jardín Borda. Las pinturas referidas, tienen en su mayoría una altura que no supera los 2.20 metros, varias de ellas, cuentan con longitudes entre cuatro y siete metros.En el tiempo (25 años) en que las mencionadas pinturas han permanecido en exhibición, nos recuerdan lo que en el pasado sucedió en el espacio que hoy habitamos: por su exposición a la luz solar y/o a la humead-salitre que se trasminaba en los muros, la consistencia de los lienzos fue afectándose notoriamente, llegando en uno de ellos a observar graves rasgaduras. Inclusive, por la mismas causas, en otras pinturas la superficie del óleo se ha ido cuarteando, debido a los indebidos materiales aplicados por un “maestro pintor rotulista”, que fue contratado en el pasado para realizar trabajos de restauración en ellas.Debemos recordar y evitar que llegue a suceder algo semejante a lo acaecido a finales de la década de los sesentas del siglo pasado, cuando por motivo de la remodelación del Palacio de Cortés, para dar cabida al Museo Regional Cuauhnáhuac, debieron retirarse los 43 óleos de Tarazona que había en su interior, pero solamente 28 lograron llegar al ayuntamiento de Cuernavaca, el resto supuestamente se destruyó consecuencia de los trabajos de albañilería.
Sábado, 23 de Agosto de 2008 00:00 La Jornada de Morelos
Toda ciudad que se considere con verdadera vocación turística debe estar “plagada” de museos en los que se expongan las diversas manifestaciones artísticas, folclóricas, étnicas, y demás aspectos en que se manifiesta la cultura. Pero, además, indiscutiblemente, debe contar con un museo que contenga su memoria histórica, en el cual desde sus primeros espacios, el visitante vaya “empapándose” de la esencia del tiempo, origen y evolución citadina. Sin recurrir a lo que sobre el particular poseen las grandes urbes, pongo de ejemplo al Museo de Memoria Histórica de la ciudad de Tlaxcala.Creo que nuestra Cuernavaca podría ir para finales del presente año, rumbo a lo que pudiera convertirla en poseedora de un museo de memoria histórica. En el mes de noviembre próximo, el ayuntamiento capitalino tiene programado la inauguración del Museo de Cuernavaca, con un inmueble renovado tanto en su interior como en su exterior. Se estima que las obras del remodelado de la ex sede de nuestro palacio municipal, ubicado en la avenida Morelos, colonia Centro, darán inicio a partir del 1º de septiembre, y antes de esa fecha los espacios de los pisos y muros deberán estar vacíos, lo cual significa que los 23 cuadros de las pinturas de Salvador Tarazona serán retiradas en los días finales de agosto.Cada uno de esos óleos son el resultado de una acuciosa investigación del artista en fuentes documentales especializadas, que le permitieron lograr una interpretación pictórica de diversos momentos históricos de la antigua Cuauhnáhuac: ¿acaso no es esto un registro de memoria? La obra artística de Tarazona fue realizada de 1938 a 1942, siendo gobernador el coronel Elpidio Perdomo, quien la financió con recursos estatales para decoración del Palacio de Cortés. La primera serie de pinturas, con temas prehispánicos, se ubicó en la Cámara de diputados; la segunda en el salón de juntas del Gobierno y la tercera, consistió en cuatro cuadros sobre el efímero imperio de Maximiliano, que ahora están en la sala Manuel M. Ponce del Jardín Borda. Las pinturas referidas, tienen en su mayoría una altura que no supera los 2.20 metros, varias de ellas, cuentan con longitudes entre cuatro y siete metros.En el tiempo (25 años) en que las mencionadas pinturas han permanecido en exhibición, nos recuerdan lo que en el pasado sucedió en el espacio que hoy habitamos: por su exposición a la luz solar y/o a la humead-salitre que se trasminaba en los muros, la consistencia de los lienzos fue afectándose notoriamente, llegando en uno de ellos a observar graves rasgaduras. Inclusive, por la mismas causas, en otras pinturas la superficie del óleo se ha ido cuarteando, debido a los indebidos materiales aplicados por un “maestro pintor rotulista”, que fue contratado en el pasado para realizar trabajos de restauración en ellas.Debemos recordar y evitar que llegue a suceder algo semejante a lo acaecido a finales de la década de los sesentas del siglo pasado, cuando por motivo de la remodelación del Palacio de Cortés, para dar cabida al Museo Regional Cuauhnáhuac, debieron retirarse los 43 óleos de Tarazona que había en su interior, pero solamente 28 lograron llegar al ayuntamiento de Cuernavaca, el resto supuestamente se destruyó consecuencia de los trabajos de albañilería.
Además, las pinturas que lograron arribar al palacio municipal fueron amontonadas en una bodega durante 14 años, hasta que en 1986, don Sergio Estrada Cajigal Barrera gestionó enmarcarlas y fijarlas a los muros donde se han observado durante el presente año. Ahora, por la remodelación del edificio, las pinturas una vez más deberán ser movilizadas. ¿Por quién y en qué transporte? ¿Con marcos o enrolladas? ¿En dónde quedarán depositadas? ¿Los óleos que lo requieren serán embalsamados? Para corregir el pasado, si eso fuera posible y que la historia no vuelva a repetirse, respetuosamente se recomienda, como mínimo:1. Que el ayuntamiento –con el fin de conservar y preservar la obra de Salvador Tarazona– se anticipe previendo la forma responsable, técnica y profesional del manejo y traslado de las pinturas, así como definiendo el lugar de almacenamiento con condiciones ambientales propicias. 2. Una vez concluidas las obras de remodelación, que las pinturas regresen al Museo de Cuernavaca, a los espacios que ocuparon, y se les coloque a cada una su ficha de identificación y contenido temático para que verdaderamente cumplan con el objetivo de su existencia: servir como un viaje pictórico por la historia de nuestro Estado y Ciudad.3. Que dentro del Museo de Cuernavaca, se exhiban las sillas y mesa que el señor Tarazona diseñó, porque ellas, por sus múltiples motivos iconográficos prehispánicos grabados, corresponden a otra valiosa aportación de maestro español valenciano a nuestro patrimonio morelense.Comentario final. Si bien hemos considerado que el “asunto Tarazona” es del ámbito del ayuntamiento de Cuernavaca, recordemos que por el hecho de que los fondos con los que se pagaron las pinturas, sillas y otros trabajos de grabado, hayan salido del presupuesto estatal, podemos afirmar que también corresponde al gobierno del estado involucrarse en lo anteriormente expuesto, por su carácter de propietario o copropietario de los bienes patrimoniales en cuestión.
1 comentario:
Gracias por su blog y la información sobre las pinturas de Salvador Tarazona en el Palacio de Cortes. Tengo postales de la década de 1950 que muestran las grandes pinturas de Tarazona que cuelgan en la Cámara de Diputados. ¿Estas pinturas todavía existen o fueron destruidas? Gracias.
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