martes, 30 de septiembre de 2008

¿Tenían escudos de armas los pueblos de Quauhnahuac?

Escrito por Jesús Pérez Uruñuela
Miércoles, 12 de Marzo de 2008 06:00. La Jornada de Morelos
A mediados del siglo XVI, a 17 poblados de Quauhnahuac, se les concedieron Armerías de los pueblos, o sea escudos de armas, por su participación en la construcción de la Catedral de Cuernavaca. Francisco Gómez Orozco asegura lo anterior en su Monografía del Convento e Iglesia Franciscana de Cuernavaca, Morelos (1943), y también llama a esos escudos “símbolos de armas parlantes”, que se localizaban en losas más o menos grandes incrustadas en la cerca de San Francisco (barda atrial del monumento catedralicio Metropolitano). Gómez Orozco fundamenta lo anterior en el Catálogo resultante de la investigación que llevó a cabo a principios del siglo XIX el capitán Guillermo Dupaix (*) de los monumentos y vestigios de las culturas prehispánicas y coloniales de México, por encargo del Rey de España Carlos IV. Indiscutiblemente, de haberse resguardado las placas, después de los trabajos de remodelación efectuados durante el siglo XX, hoy dispondríamos de valiosos recursos para el mayor y mejor conocimiento de los pueblos tradicionales, que únicamente identificamos por medio de las toponimias asignados a ellos en el códice “La matrícula de tributos”. En fin, las placas de piedra fueron quitadas de la barda, manejadas con carácter de escombro, o bien utilizadas como materiales de construcción en otras obras, y por qué no considerar la posibilidad, ahora integradas a alguna colección particular. La realidad es que de acuerdo a la investigación realizada por Sergio Estrada Cajigal Barrera y el que suscribe este artículo –salvo tres placas– nadie sabe con certeza qué fue de las otras 14.Piedras localizadasEn la fachada del Jardín Borda, se observan incrustadas dos piedras grabadas con un águila y un coyote, semejantes a lo descrito en el Catálogo de Dupaix. En el primer caso, “una Ave vuelta a la derecha en una postura recta y natural, con un pico armado, y del pie izquierdo, tiene agarrado un ramillete de flores, No hay duda que no sea un águila, pero sin cuerpo, y así sólo nos presenta la parte delantera, con la cola unida á ella de una manera única, pues parece escorzada”. Todo coincide, excepto la falta del ramillete de flores, que bien pudo haber sido destrozado en el proceso de demolición. La segunda piedra del Jardín Borda, es un cuadrúpedo de cuerpo entero sin base alguna; Dupaix la describe así: “La Cabeza de un Cóyotl o perro silvestre, vuelta a la derecha, la cual parece puesta sobre una base formada por varias curvas”. La tercera piedra, guardada en la bodega del INAH Morelos, coincide con lo descrito en el Catálogo, en el sentido que “es muy complicada é inexplicable; por el conjunto de líneas, aunque delineada con simetría, con tres números á la derecha”. Sin embargo hoy no tiene en su “parte superior un letrero de caracteres nuestros o góticos, pero de mala conservación lo que impide su leyenda”.Como mero señalamiento referencial, Juan Dubernard relaciona los nombres de los pueblos que en aquel entonces y en tiempos posteriores acudían regularmente a cumplir con sus obligaciones de atención a la Catedral, según nota consignada en el Códice de Cuernavaca del siglo XVI, que bien algunos de ellos pudieran relacionarse con las 17 placas de piedra: “Tetlaman, Cohuentépec, Biacatlan, Tonexco, San Francisco, Cohuatlan, Mazatepec, San Miguel Cohuatlan, Quauhchichinolan, Huaxintlan, Ahuehuetzingo, Acatlipac, Alpoyecan, Xoxocotla, Tetelpan, Panchimalco, Itlatenchi, Huizilac, Quauhxomulco, Ocotepec, Teienmilpa (sic) Santa María, Tetelan y Tlaltenango”.* En el referido Catálogo de Dupaix, se incluyen los monolitos “Piedra del Chimalli”, “Lagarto de San Antón” y “Piedra del Águila” de Cuernavaca.

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