viernes, 7 de noviembre de 2008

La Balsa de la Medusa (III)



Tercer relato incidental sobre el tráfico de drogas
El Regional del Sur. 2005
Por Jesús Pérez Uruñuela




JUVENTUD ENAGENADA

Un numeroso grupo de jóvenes muchachos y muchachas casi adolescentes se aglutinaban en la banqueta, frente a un edificio, el cual, en la parte superior de su muro frontal, parpadeaba un luminoso anuncio que decía “Discoteque La Balsa de la Medusa”. El acceso al lugar estaba controlado por un individuo llamado “el gato” quien con displicencia y a su juicio autorizaba quiénes entraran, en tanto que otro colega suyo –sin recato- entregaba “grapaS” (pequeño sobre de papel con droga adentro) a un “grandulón” con cara de niño, quien con el mismo descaro y frialdad laS pagaba frente a dos policías que desde adentro de una patrulla observaban el delictuoso y cínico espectáculo. Uno de esos guardianes “protectores de la sociedad”, engullía con voracidad un “hot dog”; el otro, concluía su reporte a “la base” con el obligado: “sin novedad”.
Chón Arciniegas y su entrañable amigo italiano Claudio Rossi llegaron a la Discoteque. “Juancho, jefe de seguridad de Chon y un grupo de “guaruras” que los acompañaban, de malos modos abrieron paso entre la adolescente multitud que pacientemente aguardaba su turno para entrar. Sin detenerse los recién llegados, subieron por una escalera hasta la oficina del administrador de aquel “centro de diversión y esparcimiento juvenil”, en donde a través del cristal de una ventana se observaba con claridad y detalle el área de mesas y pista de baile, entonces repletas de “jovencitos”. Algunos de esos imberbes asistentes, permanecían sentados, con pétrea actitud, sin expresión en sus miradas; a un lado, otros, vaciaban en sus vasos la botella de licor y llenaban de colillas de cigarros los ceniceros. En tanto, en la pista de duela, al ritmo de inquietante y aguda “música” de elevados decibeles, y entre el centelleo de agresivas e intermitentes luces, la muchachada brincaba, gritaba y alzaba las manos, como si, en medio de los estruendosos rayos de una tormenta -cual náufragos sobre una balsa- enviasen desesperadas señales de auxilio. . . ¿A quién?
“Chón”, inexpresivo, desde arriba, a través de la ventana contemplaba el grotesco espectáculo, mientras a un lado de él, Claudio con un trozo de “popote” inhalaba una ración de cocaína. Luego, reanimado por el efecto de la droga, se acercó al colombiano y le hizo desvariados comentarios en su castellanizado italiano:
-E-vero que “aspirare el bianco polvere” revivifica. Es “iguale que volare” al cielo con las alas de oro de la Medusa. Per contrario, las “deboli y pusillanimi giovini personas,” que están allá abajo, quedan “petrificadas” con “solo tenere fronte” a ellos la droga. “Subito, depo di un tempo” de haberla consumido, cuando “termina il placido efetto, essos imaginan che la diosa greca” “Medusa” los “soffoca” con sus “manos di bronce” y hasta sienten “morire”, como si “una serpente di su capo” les hubiese inyectado veneno. . .
-Efectivamente Claudio -Comentó “el antioqueño”- allá abajo, el interior de la discoteque es uno de los ámbitos donde señorea la “Medusa”, la que, de acuerdo a la mitología griega, fue una cruel y horrorosa deidad con dientes como colmillos de jabalí, manos de bronce y alas de oro, de cuya cabeza -en lugar de cabellera- salían venenosas serpientes. Quien osaba mirarla, quedaba petrificado. Hoy, esa diosa se presenta bella, sensual, complaciente y generosa al proporcionar a los humanos de espíritu abatido su “divina energía vital” liberadora de yugos y enajenaciones mentales. Luego, también les concede la más sublime y placentera de las expiraciones.
Cada noche –continuó- vienen a “estos centros de febril esparcimiento” del país, miles de infelices rapaces y millones de ellos acuden a muchas otros en el mundo, a brincar desaforadamente y a levantar las manos para llamar a La Medusa de nuestro tiempo”, a fin de que vuelva placenteras –aunque sea por breves instantes- sus frustradas existencias con la “cocaína”, la “marihuana”, el “éxtasis o droga del amor” y otros productos sintéticos como las “anfetaminas”: enervantes que envueltos con los pétalos de exóticas flores brotan de la cabeza de esa deidad. . .
“Chón Arciniegas” volteó el rostro hacia el gordo Claudio y agregó a su comentario:
-No olvides: nosotros somos “los escogidos” de quién dependerá el futuro del mundo. La Medusa es nuestra diosa madre, ella nos proporciona el viento para que volemos a fin de que cumplamos con su “excelso encargo” de llevar el alivio a esos míseros seres que no pueden ni podrán asimilar y superar el shock provocado por haber visto derrumbarse su decadente mundo y sentirse náufragos sobrevivientes. . .!

No hay comentarios: