sábado, 8 de noviembre de 2008

ARTE POPULAR MEXICANO

Amalgama de forma, color y música
El Regional del Sur. 2005
Por Jesús Pérez Uruñuela



Por mucho tiempo el Arte Popular Mexicano estuvo relegado por criterios que lo consideraban primitivo y de origen grosero, dado su génesis indígena. En los años 30 del siglo XX, el muralismo mexicano provocó en el país el resurgimiento de una conciencia nacionalista, así como la necesidad de profundizar en nuestras raíces históricas en busca de una identidad que se pensaba perdida en los efímeros destellos de un aburguesado siglo XIX, obstinado en perpetuar un caduco y anacrónico sistema de gobierno y en eternizar la existencia de una sociedad afrancesada y ciega a los enormes cambios socio políticos de un mundo enfrascado en convulsiones sociales y enfrentamientos bélicos: condiciones propiciatorias del surgimiento de dos sistemas dialécticamente antitéticos: socialismo y capitalismo.
Si bien es cierto que en el presente el Arte Popular Mexicano ha alcanzado niveles de excelsitud y reconocimientos, no puede negarse que también pesan sobre él criterios discriminatorios. Supongo que esta actitud (en parte) se deba a las contrastantes condiciones de su oferta: por un lado, venta callejera, sin paternidad conocida (anonimato en su autoría) sujeta a un inclemente regateo del precio; y venta en tiendas ubicadas en lujosos hoteles, cuyos llamativos aparadores, exhiben piezas atadas a apergaminadas etiquetas en las cuales la firma de un “connotado” artista avala los estratosféricos precios impresos.
Además, de la ausencia de apoyos de las instancias públicas y privadas relacionadas al arte popular y de diversas factores desfavorables en su producción y comercialización, es determinante en los bajos niveles de demanda, el desconocimiento (sobre todo nacional) del profundo contenido plástico y social de estas manifestaciones artísticas, elaboradas por manos que modelan frágiles o duros materiales, transformando sueños, tradiciones y misterios de nuestro pueblo en formas, olores, sabores, colores y música, las que al ser creadas, son obras integrantes de un patrimonio cultural nacional e internacional.
Daniel Rubín de la Borbolla menciona al respecto: “El verdadero arte popular no tiene fronteras artísticas ni emotivas que lo puedan calificar de menor y mayor. Su verdadero contenido y uso, y el contacto íntimo entre productor y comprador, permite explorar todas las posibilidades, todas las emociones y todas las formas de expresión de que es capaz el hombre, para quien ninguna aventura plástica escapa a su agención y merecimiento”. (Los objetos de la vida diaria. Arte Popular Mexicano. Tomo I. Fondo Editorial de la Plástica Mexicana. 1974. p.3)
El modelado del barro, el tallado de la piedra, de la madera, del hueso, concha, la cestería, el tejido de fibras vegetales… surgieron después de que el hombre se volvió sedentario y agricultor. Del mismo autor antes referido, hoy, en el Arte Popular Mexicano,

la cartonería es:

Danzantes que no brincan y música de viento, sin viento.
“Fresca carcajada (pero silenciosa) de verano” de la sandía.
Disimulo de rostros tristes.
Niño y barrote con cabeza de penco en equina carrera.
Rumberas, pulqueras y catrinas del “más allá”.
Risa acartonada en la expiración.

La cerámica es:

Manos color del barro, barro color de mi raza.
Manos acariciando la tierra.
Tierra y madera unidas por el fuego.
Tierra olorosa a humedad y mezcal.
Tierra, fuego y agua.
Cavidades vacías frente a estómagos vacíos.
Cavidad de barro sedienta de lluvia.
Sapo que no brinca, ciervo que no corre, pez que no nada.
perro que no ladra, pájaro que no vuela, sirena que no canta.
Tortuga con voz de silbato.
Recuerdo de un viaje.
Pocillo con sabor a chocolate y a la abuela.
Estanque donde los patos fingen nadar.
Pez en lo profundo de la sopa.
Pensil sobre tierra quemada.
Alcancía, recaudo de quimeras.

La talla en madera es:

Olor a cedro y a pino en enaguas y rebozos.
Arcón cubierto de colores y recuerdos.

La talla en la piedra es:

Rocas con formas ocultas.
Formas que emergen al golpe del cincel.
Lagartija llamada “lagarto”.

Los tejidos son:

Listones multicolores trenzados con negra cabellera.
Espumosos hipiles, deshilvane de dudas y misterios.
Borla de algodón cardado, hilo jalado y tejido.
Urdimbre multicolor, unión entre vientre y árbol.
Rebozo: abrigo, cuna y mortaja.

La cestería es:

Chalchihuitles de jaras y palmas.
Palmas y hosannas en el Domingo de Ramos.
Palmas y anafres hermanados por el viento.

Y el Arte Popular Mexicano, también es:

Ruidoso torito juguetón de jara, papel y fuego.
Trozo de carrizo que se lamenta al paso del Nazareno.
Bagazo de caña, cuerpo del Señor.
Escamas de cera que se consumen ante un altar.
Sahumerio y cempaxóchitl que alternan aromas.
Muerte con sabor a amaranto y a miel.

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