Segundo relato incidental sobre el tráfico de drogas
El Regional del Sur. 2005
Por Jesús Pérez Uruñuela
El Regional del Sur. 2005
Por Jesús Pérez Uruñuela
EN EL SALÓN DESPACHO DEL “CAPO”
Adentro de la lujosa residencia, había un espacioso salón, con el piso tapizado de color oro viejo. En el extremo opuesto un estante de libros encuadernados en piel cubría la pared, al frente de la cual, estaba un escritorio formado con una placa de grueso cristal, apoyada sobre dos grandes columnas de granito y tras él, un sillón tapizado con terciopelo escarlata. Uno de los muros era sustituido por un gran ventanal, tras el que se observaba un iluminado jardín interior repleto de vegetación y flores tropicales, sobre las cuales caía una permanente suave llovizna. En otro lugar de aquel salón, un área rodeada con sillones, tenía como mueble central un caballete de madera que sostenía un lienzo pintado al óleo de 65 por 83 centímetros, representando la terrible y angustiosa situación de sobrevivientes de un naufragio, quienes a bordo de estrecha balsa, alzaban y accionaban las manos para llamar la atención de un barco que -a lo lejos- cruzaba el embravecido mar, mientras otros sobrevivientes permanecían inertes o a punto de desfallecer. La escena se antojaba más dramática por el nuboso firmamento que amenazaba tormenta, cuando la noche estaba por llegar, al ocultarse el Sol que dejaba tras de sí un claro de cielo matizado de rojo. . .
José Asunción “Chon” “el antioqueño”, observaba extasiado el lienzo; mientras tanto, dos recién llegados al salón, permanecían de pie en espera que el señor de la casa voltease hacia ellos y los reciebiese. Eran ellos, Raúl y Lucas, hermanos gemelos, dueños de una empresa transportadora y comercializadora de insumos agrícolas, quienes en días anteriores habían llevado a cabo el fleteo por ferrocarril rumbo al norte del país, de una importante cantidad “supuestamente” de maíz propiedad de Chón.
Era “Chon” de cincuenta y tantos años de edad; de regular estatura; moreno de pelo rizado entrecano. Colombiano nacido en Yamural, pequeña población situada al norte de la ciudad de Medellín, capital del departamento de Antioquía, de donde le provenía el mote de: “el antioquieño”. De origen humilde, trabajó en las plantaciones tabaqueras, joven aún emigró a Estados Unidos y de inmediato se enroló en el ejército. Por su “origen latino y perfil psicológico” fue asignado en Vietnam a un cuerpo de paracaidistas denominado “Scorpions”, especializado en ataques “de exterminio”. Se decía que de noche se lanzaban de los aviones en paracaídas y en silencio caían con sangrientas intenciones sobre las aldeas rebeldes consideradas partidarias del Vietcong. Fue herido y después hospitalizado en Saigón. Al ser dado de alta durante más de un año en varias ciudades del Oriente, consolidó sus relaciones con las personas que traficaban drogas a través de Europa a Norteamérica. A su regreso a Colombia, acordó con “el Cartel de Medellin” ser un ramal para el transporte de narcóticos a Estados Unidos. También se comentaba de él, que dada su afición al consumo de drogas, en varias ocasiones estuvo hospitalizado con críticas manifestaciones paranoicas. Aunque fue sometido a estrictos tratamientos y terapias de rehabilitación, no recuperó su normalidad emocional.
Cuando José Asunción volteó a donde Lucas y Raúl que permanecían de pie, parecía ausente (como si su alma lo hubiese abandonado para seguir en la pintura de la balsa con los sobrevivientes de aquel naufragio). Sus hinchados ojos café oscuro asemejaban tener las pinceladas ocres con que en el cuadro el pintor Géricault había coloreado el mar y el cielo. Y tal vez continuaban en los tímpanos de “Chón”, los desesperados gritos y desgarradores lamentos de los náufragos, confundidos entre el estruendoso oleaje marino. De repente, como si regresase a la realidad, cambió su semblante: al fijarse en los visitantes, su mirada fue de sorpresa y luego de una alegría que invadió su rostro, antes enajenado y sombrío.
-Bienvenidos a su casa – saludó con vehemencia, al tiempo que estrechaba con fuerza las manos de los gemelos Lucas y Raúl.
-Mil disculpas por haber retrasado nuestra cita, pero se me presentó una emergencia y me permití mandarles a “Juancho” mi más eficiente colaborador –y señaló a un “moreno del pelo ‘enchinado’ y arracada de oro” que les había servido de guía desde que ingresaron a la residencia, y que entonces, permanecía inmóvil tras ellos, como y fiel y entrenado perro guardián presto a las órdenes del amo.
-Por favor, tomen asiento –les dijo y ocuparon los muebles que estaban alrededor de la estrujadora pintura del naufragio. Después de varios minutos de silencio, José Asunción “Chon” se levantó y al caminar hablaba entre dientes ante la mirada expectante de los gemelos.
“El antioqueño” se detuvo frente a la pintura e inició un soliloquio lleno de elocuencia y sabiduría que sorprendió a la reducida asistencia:
-El cuadro que tenemos frente a nosotros –explicó- es con el cual se inicia -durante la segunda década del siglo XIX- el Romanticismo en la pintura mundial. Su nombre es: “La Balsa de la Medusa”, y es obra original (como otras sobre el mismo tema que se exhiben en el museo de Louvre) de Juan-Luis Andrés Teodoro Géricault, considerado como el precursor del Realismo Pictórico. Se ha mencionado que en él “hay tres o cuatro pintores”: Miguel Ángel, Rafael y Carvaggio. Yo he de agregar que ese genial maestro en su género, aparte fue un crítico y descriptor de los convulsionados tiempos que vivió Europa en los albores e inicio del 1800. Pero, lo más sorprendente es que esta pequeña -y a la vez grandiosa- pintura, también refleja con sentido visionario… ¡el conmocionado, agitado y perturbado mundo actual….!
En el clímax de su emotiva locución, “Chón” calló. Permaneció por breves momentos con temblores en su cuerpo que poco a poco disminuían. Además, conservaba los ojos cerrados como si buscase en su mente las ideas que habría de pronunciar a continuación. Los cuates con asombro se veían de soslayo.
De súbito, con nuevos bríos continuó la vehemente exposición:
-¿Qué vemos en esta pintura. . .? Un ambiente hostil, en donde los sobrevivientes de un naufragio, en insegura y frágil balsa, sienten la fuerza del viento que presagia una tempestad, momentos antes que la oscuridad de la noche los cubra. Algunos de ellos son hombres abatidos, acobardados, derrotados y postrados junto a los cadáveres de los que no pudieron soportar el hambre, la sed y la desesperación. Otros, ilusamente manotean y lanzan voces de auxilio a un velero que en la lejanía pasa de largo hacia el poniente: Son seres que esperan el milagroso rescate de su fatal destino. . .
-La escena pintada –continuó el colombiano- es una magistral descripción de. . . ¡lo que sucede en el mundo que ahora habitamos! La duda que surge es: ¿con cuál de los seres que aparecen en el cuadro nos identificamos? De ninguna forma debemos pensar que estamos en esa barca, porque ese es el lugar para los pesimistas, para los resignados, para los conformistas, para los ilusos e inocentes que esperan que llegue la milagrosa nave a salvarlos de su inexorable fin, porque saben que ellos -por sí mismos- son incapaces de hacerlo.
Nuevamente calló, pero entonces había adoptado una imagen prepotente, autoritaria y con esa actitud bramó:
¡La tormenta y las tinieblas de la noche, representan el caos en que vive la actual sociedad! ¡La balsa, es el espacio que ocupa la confundida humanidad. . .! Y el bergantín que ágil cruza el océano con sus velas henchidas por el viento, sin importar que llegue el ocaso o que la tormenta enloquezca el mar. . . es el “sancta sanctorum” de los “escogidos”: el lugar de nosotros, los que tenemos la “excelsa misión” y la responsabilidad de llevar el alivio a esos míseros humanos que no pueden ¡ni podrán! asimilar y superar el shock provocado por haber visto esfumados, convertidos en nada, los valores y cimientos de su decadente y devaluada sociedad. . .
José Asunción “Chón” se sentó junto a los mellizos y entonces con tono suave, murmuró cerca de sus más sorprendidos rostros, lo que anticipaba ser una íntima confesión:
-En los seis furgones que han salido hacia el norte de la República, se han transportado muchas toneladas de maíz que habrán de ser transformadas en tortillas para llenar el estómago del pueblo que tiene hambre. En cambio, “los paquetes” que van adentro de los sacos con el maíz, llevaban “vida y fortaleza” destinada a la gente de elevada espiritualidad que no les basta satisfacer de manera exclusiva la prosaica y elemental necesidad animal de alimentarse. Esas personas exigen más que eso: suspiran por un mundo sin miseria e injusticia; sin guerra y odios. No obstante, sabedoras que en el entorno real de su existencia, esos conflictos sociales son inevitables e irresolutos, para disfrutar de las tan ansiadas paz y felicidad, no tienen otra opción que recurrir a sus quimeras, a su imaginación y a sus trasnochados sueños. Y ¿cómo pueden acceder esos miserables a la paradisíaca plenitud anhelada. . .? Yo lo diré: ¡sólo con el uso de substancias alucinógenas, como el clorhidrato de cocaína. . .!
Luego, poseído de una incontrolable emoción, “Chón” aclaró:-Y ¿quién habrá de proporcionarles ese “mágico medio”. . .? -¡Nosotros, sólo nosotros. . .! en la misma forma que “ustedes” -señaló a los gemelos- lo hicieron al transportar varias toneladas del “divino polvo blanco” al Estado de Tamaulipas, para luego pasarlo a Estados Unidos.
-Señor Arciniegas –intervino Lucas con manifiesto balbuceo- nosotros no tuvimos conocimiento previo del traslado de esa sustancia alucinógena. Nos sorprendió que -sin autorización nuestra- se haya llevado a cabo tal operación. . .
-Efectivamente – aclaró “Chón”- no estaban enterados, pero ahora. . . ya lo están. Además, a partir de hoy, como socios que son míos, tienen derecho a disfrutar de lo que ello representa. . .
Lucas se mostraba sorprendido por el peso de las palabras escuchadas. Raúl su hermano no expresaba asombro alguno, debido a que entendía plenamente el significado de lo expresado por “Chón”.
-Ahora -dijo “Chon”- cada uno de ustedes recibe un maletín repleto de dólares americanos por el envío sin problemas del “polvo blanco” a la frontera norte. Una vez que lo pongamos “del otro lado”, tendrán en forma individual otra cantidad igual adicional…
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